Simultáneamente, en ese mismo momento cargado de tensión cósmica, en otro lugar más concurrido y rodeado por prensa amarilla y sensacionalista, Marcelo Vargas—el 'Vigilante Nocturno' que había acechado en las sombras como un depredador digital—empezó a desembocar toda la artillería pesada contra Daniel Márquez en lo que esperaba fuera su momento de gloria mediática.
Su rueda de prensa, convocada con la arrogancia de quien cree tener todas las cartas ganadoras, se desarrollaba en un ambiente completamente diferente. Los periodistas que lo rodeaban eran buitres hambrientos de sangre, especializados en escándalos y destrucción de reputaciones. El aire olía a sensacionalismo barato y morbo mal disimulado.
Vargas desplegó sus evidencias con la ceremonia de un mago revelando su truco más espectacular: las fotografías donde Daniel aparecía con la máscara de zorro, las imágenes borrosas pero sugestivas, los testimonios fragmentados que había recolectado como trofeos de caza. Pero lo que tenía