53.
SOPHIE
El timbre suena temprano, demasiado temprano para una casa que recién empieza a desperezarse. Abro los ojos sobresaltada, desorientada por un segundo, hasta que tomo conciencia del lugar, del brazo de Christopher rodeándome con una naturalidad que todavía me sorprende. No dormimos mucho, pero dormimos. Y eso ya es algo.
El timbre vuelve a sonar, insistente.
Christopher se mueve apenas, gruñe por lo bajo y abre los ojos. Por un instante no entiende, luego mira el reloj de la mesa de luz y frunce el ceño.
—¿Quién puede ser a esta hora? —murmura.
Antes de que pueda responderle, el timbre suena una tercera vez. Esta vez no hay duda: quien está del otro lado no piensa irse.
Christopher se incorpora con cuidado para no despertarme del todo, aunque ya es tarde para eso. Se pasa una mano por el rostro, cansado, y se pone de pie.
—Quédate —me dice en voz baja—. Voy a ver.
Asiento, pero no logro volver a recostarme. Me quedo sentada en la cama, sosteniendo la sábana contra mi pecho como