29.
SOPHIE
El camino hacia el tribunal nunca me había parecido tan corto. Ni tan largo. Es una contradicción perfecta, una distorsión que ocurre cuando la cabeza va por un lado y el cuerpo por otro. Manejo en silencio, con los dedos rígidos sobre el volante, sin música, sin radio, sin ninguna voz que pueda distraerme de mis pensamientos… o peor: de mis recuerdos.
La noche en la casa de Chris sigue pegada a mi piel como un perfume que no se va. Cada movimiento, cada respiración, cada parpadeo me devuelve a esa habitación, a ese instante suspendido donde todo lo que prometí, todo lo que dije que iba a evitar, se rompió por completo bajo el peso de algo tan simple —y tan devastador— como un beso.
El tráfico avanza lento, pero mi mente corre.
Corre hacia él.
Corre hacia lo que pasó.
Y hacia lo que no debería haber pasado jamás.
Intento no pensar en el momento exacto en el que él inclinó la cabeza, tan despacio que pude haberme apartado mil veces. Intento no pensar en cómo mi cuerpo lo