El sonido de las llaves chocando resonó cuando las rejas de hierro de la celda de la prisión se cerraron de golpe. Olivia se sentó en un rincón, apoyando su cuerpo agotado contra la fría pared. Su rostro estaba pálido, sus ojos hinchados, pero en su silencio todavía se aferraba a una chispa de esperanza. Creía que Hunter encontraría la manera de demostrar la verdad. Creía que su familia permanecería unida.
Pero todo cambió aquella tarde.
Unos pasos rápidos se acercaron a la celda. Un guardia llamó con tono neutral: “Visita para ti, Olivia Grace.”
Olivia levantó la cabeza. Detrás del cristal del área de visitas estaba una figura familiar: Daniel, su asistente más leal. Parecía nervioso, su traje arrugado, el rostro demacrado, como si no hubiera dormido en días.
Olivia se levantó de inmediato, caminando con paso rápido hacia la sala. Sentándose frente al vidrio, tomó el teléfono con una mano temblorosa.
—Daniel... ¿Qué sucede? —su voz era ronca, apenas audible.
Daniel tragó saliva, la d