El cielo estaba nublado cuando la puerta de la estación de policía se abrió de par en par. Olivia salió lentamente, con la respiración aún agitada después del largo interrogatorio. Detrás de ella, Hunter y Joe la seguían, listos para llevar a su familia a casa.
Pero la calma se rompió de inmediato.
—¡Detente ahí, Olivia! —tronó una voz profunda y furiosa. Damien, vestido con un traje negro y ojos llenos de ira, se abalanzó hacia Olivia. A su lado estaba su esposa, Shopia Joy, luciendo orgullosa a pesar de aún mostrarse débil tras su estancia en el hospital.
Olivia se paralizó. Su corazón latía con fuerza. Sabía que esto no había terminado.
Sin previo aviso, Damien le agarró el brazo violentamente, casi haciendo que cayera al suelo.
—¿Crees que puedes salir libre después de intentar matar a mi esposa? —gruñó Damien—. ¡Una mujer como tú pertenece a la cárcel, Olivia!
Hunter dio un paso al frente, protegiendo a su esposa.
—Suéltala, Damien. Esto ya se ha pasado de la raya.
Pero Damien le