Volver a Calle Lira era distinto esta vez.
Ya no llegaba con dudas ni con el temblor de quien busca explicaciones. Esta vez traía certezas. Pruebas. Y un nombre que ya no podía seguir oculto.
Julieta abrió la puerta antes de que tocara, como si ya supiera que estaba cerca.
—Me llegó esto —dije, tendiéndole el sobre negro. Quemaba solo con sostenerlo, como si llevara consigo algo más pesado que papel y tinta.
Julieta lo miró con cautela. Luego lo tomó con ambas manos y lo abrió despacio, como si temiera que el papel pudiera morder. Sacó la hoja. La leyó sin prisa, con los ojos detenidos más de lo necesario en ciertas frases. Cada línea parecía cargar un peso distinto, como si la reconociera más allá de las palabras.
Al llegar al final, su rostro se endureció. No fue sorpresa. Fue decepción.
—Lo escribió él —murmuró—. Esta forma de construirte desde dentro… como si pensara por ti. No es casual.
Me crucé de brazos.
—Es Alonso.
Julieta asintió. Su mirada, una sombra que cruzó su rostro, no