71.
Gian
Alba había caído completamente rendida en mis brazos, luego de tantos orgasmos y caricias. A pesar de mi felicidad, el miedo me oprimía la garganta y aún no podía creer todo lo ocurrido. Era increíble verla a mi lado, descansando totalmente confiada.
—Me salvaste de cometer una locura —susurré, sonriendo.
La observé en silencio, gozando de un momento que solo yo quería presenciar. Alba me había hecho bajar al infierno al presentarse tan hermosa y del brazo de ese tipo. Luego, al decirme que me amaba, me había elevado al cielo. Pero ahora me encontraba en una tierra que me daba temor pisar. ¿Cómo podría hacerla feliz después de todo esto? ¿Cómo repararía el daño que le había hecho a ese sujeto? Tal vez, al despertar, ella se arrepintiera.
Con cuidado de no despertarla, me levanté y me vestí. La ansiedad me recorría, pensando en miles de escenarios en los que Alba ya no me amaba, en los que me decía que todo esto era otro juego perverso para seguir castigándome por mis acciones pas