67.
Alba
Durante toda la semana, aunque intenté concentrarme en mis obligaciones con mi hijo y mi trabajo, no pude dejar de pensar en Gian ni por un segundo. Tampoco dejaba de imaginar las reacciones que habría en aquel salón del hotel, donde finalmente se había decidido que se llevaría a cabo la fiesta. Aquello me parecía un poco masoquista de parte de Gian, ya que había sido el lugar donde lo dejé plantado en el altar.
O tal vez lo que de verdad pretendía era torturarme. No podía sacarme de la cabeza que Gian le pediría matrimonio a Elsa en aquel lugar, y que me restregaría en la cara que estaba siguiendo adelante sin mí.
—Te ves hermosa, definitivamente nos llevamos ese —dijo mi amigo cuando salí del vestidor y me vio con el vestido plateado que más me había gustado.
—Espera un poco —le dije, riéndome—. Este cuesta como seiscientos dólares. ¿Por qué es tan caro?
—Es diseño exclusivo —me explicó la vendedora, sonriéndome divertida—. Si su novio quiere comprárselo, déjelo.
—No…
—Exac