El Punto de Quiebre
Luciano Lennox— Spencer.
La gota fue el café, solo un puto café.
No fue un comentario, No fue una mirada, No fue una sonrisa.
Fue ese maldito café que encontré en su escritorio, cuando llegue tempranísimo, porque el maldito insomnio no me dejó de atormentar.
—si claro. Me grita mi subconsciente, no será por una pelirroja y su ahora creciente visibilidad.
¿Pero cómo voy a estar tranquilo, si alguien ingresó a mí, empresa sin que nadie se entere y le deja un maldito café y en su espuma un corazón raro? Pero sacando lo del café, cómo es que alguien entra y le deja en su escritorio en plena madrugada, porque al llegar, recién eran las 6 de la mañana.
Hasta yo estoy preocupado con esta situación, sé que alguien quiere llegar a ella, pero esto raya en lo macabro.
Miró el maldito café como si fuera una bomba. Llamo a seguridad para que revise las cámaras, porque de algo estoy seguro y es que como alguien se mete a mi empresa a diestra y siniestra como si fuera suya.
Pasa