Te busqué hasta romperme
Luciano Lennox— Spencer.
Cuando el helicóptero se posó en el techo del hospital, corrí hasta llegar a la habitación de mi ratoncita.
Verla en esa cama, conectada a esos cables, hizo que algo en mí se quebrara. Corrí a su lado, besé su rostro acariciándolo, está más pálido y demacrado.
¡Decir que estaba más delgada es quedarme corto! ¡Pobrecita, mi ratoncita! Tomé su mano y la besé, no dándome cuenta de que estaba llorando.
La miré por unos minutos y me di cuenta de que hay errores que no se corrigen con un “lo siento”.
Hay palabras que, cuando se dicen, revientan lo que estaba apenas intentando sanar. Y yo… yo fui un estúpido, un cobarde. Un imbécil que no supo sostener entre las manos lo más importante que había llegado a su vida. Isabella Taylor.
Cuando la dejé atrás aquella noche, no solo se fue de casa, sino que se llevó mi paz, mis sueños, mi presente y mi futuro. No lo entendí entonces.
Mi orgullo hablaba más fuerte que mi corazón, y como el idi