Aamon respiró hondo, sintiendo el aire envenenado de Velkan llenando sus pulmones, mientras que cada partícula de su ser le gritaba que atacara, que se lanzara sobre Mia y la destrozara como ella había destrozado su orgullo en el pasado. Pero, no lo hizo, no aún. Prefirió ser paciente.
Ya había esperado un siglo, Podría esperar unos minutos más…
Desde su escondite, vio cómo Seth retrocedía, cómo sostenía a la pequeña Ayla como un escudo humano. El lobo traidor estaba acorralado, y Aamon no sintió ni una pizca de compasión, como era de esperarse. Seth era solo un simple peón. Un peón útil, pero perfectamente desechable. Lo que realmente le importaba ahora era Mia y cómo hacerla caer.
Mia avanzó hacia Seth, con sus garras listas para arrancarle la cabeza. Pero entonces, algo la detuvo. Ese olor familiar... Azafrán quemado y huesos viejos. Aamon seguía ahí, estaba cerca. No se había marchado como ella creía y dado que la cúpula abarcaba más espacio fuera del territorio Velkan, era tierra