El golpe de energía que lanzó Aamon retumbó a través del salón, arrancando las antorchas de los muros y partiéndolas en dos. El suelo se fracturó como si estuviera vivo, y de la grieta emergió una sombra oscura, una energía que se enredó alrededor de Mia y Seth, atrapándolos como un remolino de pura ira.
El mundo cambió en un parpadeo. La arquitectura demoníaca se desvaneció, y de repente, el frío del bosque de Velkan reemplazó el aire sulfuroso del abismo. Pero el viaje no había debilitado a Mia. Si Aamon creía que al sacarla de su reino podría volver a equilibrar el juego, se equivocaba. El momento en el que sus pies tocaron la tierra, Mia rugió con una fuerza que partió los troncos de los árboles cercanos, con su forma titánica brillando bajo la luz de la luna atrapada en la cúpula que aún cubría Velkan.
Los ojos de Seth se agrandaron con una mezcla de sorpresa y un destello de preocupación. Esto no estaba yendo como había planeado. Ayla seguía en sus brazos, pequeña e indefensa, p