El viento nocturno acarició el rostro de Mia, pero no logró aliviar el fuego que ardía en su pecho. Las palabras de Deimos resonaban en su mente como un eco imborrable. "Todavía lo amas." ¿Era cierto? ¿Acaso todo lo que había construido con Deimos en esta nueva vida era solo una ilusión, un refugio temporal mientras Seth seguía ocupando un espacio en su corazón?—No puedes decidir por mí lo que siento —Replicó Mia, apretando los puños—. Seth es... complicado. Pero eso no significa que lo ame. No de la manera en que tú piensas.Deimos se apoyó contra la barandilla de la torre, con su silueta recortada contra el cielo estrellado. Por primera vez, Mía notó el cansancio en sus ojos, la sombra de algo que se parecía demasiado a la resignación.—No se trata de lo que digas, Mia. — Murmuró. —Se trata de lo que haces. Cada vez que él está cerca, te tensas. Cada vez que hablas de él, hay algo en tu voz que no está cuando hablas de cualquier otra cosa. Incluso ahora, estás defendiéndolo en luga
Durante las semanas posteriores a su discusión con Deimos, Mia había observado a Seth, esperando ver alguna mejoría, algún indicio de que su lobo finalmente estaba sanándolo. Pero cada día que pasaba, su estado seguía igual, o incluso peor. La fatiga se reflejaba en sus ojos, las sombras bajo ellos se hacían más profundas, y su piel, aunque estaba cubierta con vendajes, mostraba nuevas heridas cada vez que ella lo veía de cerca.Al principio, había creído que era la falta de energía, el desgaste de todo lo que habían pasado. Pero luego, cuando el patrón se hizo evidente, la verdad golpeó su pecho con una fuerza brutal. Seth no estaba sanando porque no quería sanar.Y cuando Mia descubrió la verdad, sintió que algo dentro de ella se rompía.(***)Fue una noche como cualquier otra cuando la sospecha se transformó en certeza. La luna iluminaba los muros del castillo de Velkan con su resplandor plateado, y Mia, incapaz de dormir, caminaba por los pasillos en busca de respuestas. Algo en e
El grito de Seth resonó en la habitación mientras los soldados lo sujetaban con fuerza, sus músculos tensándose en un intento inútil de liberarse. Pero su cuerpo ya no respondía como antes. Estaba débil. Consumido. No por heridas de batalla, sino por la guerra interna que él mismo había creado. Mía sintió que el peso de lo que estaba haciendo la aplastaba. Sabía que Seth lo vería como una traición, como una sentencia que lo condenaba a la separación definitiva. Pero no podía permitir que siguiera destruyéndose, no así. No de esta manera.—¡Déjenme ir! —Rugió Seth, la desesperación en su voz era como un cuchillo hundiéndose en el pecho de Mia.Liam, su Beta, sostuvo el brazo de Seth con fuerza, evitando que se liberara.—No vamos a hacerlo, Seth. —Dijo con dureza. —No puedes seguir así.Seth giró su rostro hacia Mia, sus ojos encendidos con algo que ella no había visto en mucho tiempo. No era rabia. No era dolor. Era miedo.—Mia… —Su voz se quebró, casi un susurro. —Por favor. No me ob
Amelia observaba atentamente la expresión ausente del hombre frente a ella, mientras sentía una extraña punzada en su pecho. Recién había escuchado la voz nasal de Lilly a través del teléfono de Seth, que había puesto el altavoz por error. Estaba enferma, y el pelinegro, por supuesto, se ofreció a cuidarla. Pero había algo que debía terminar…Esa noche Amelia estaba en su periodo fértil, y era de suma importancia que concibieran a un heredero lo más rápido posible. Cuanto antes quedara embarazada, antes podría deshacerse de ella. Después de llevar a cabo el coito más malo y torpe de toda su vida, Seth se levantó rápidamente para darse una ducha, sintiendo que necesitaba lavarse para quitársela de encima. Al salir del baño, notó que Amelia lo miraba tranquila, pero claramente estaba fingiendo, Seth pedía oler su tristeza a kilómetros, así que se acercó a ella y depositó un casto beso en su frente.—Eres la luna más hermosa del mundo. — Musitó. Sus palabras eran dulces, pero a la vez s
Con el alba, los empleados de la mansión comenzaron con los preparativos pertinentes para la gran cena de esa noche. Todos conocían perfectamente el mal carácter del abuelo y el padre de Seth: Tarvos y Magnus Winchester. Dos hombres despiadados y sombríos a los que todos les temían. Cuando el reloj marcó la hora de inicio para el banquete y Seth no había aparecido, todos los sirvientes presentes no tardaron en ponerse inquietos ante tal embrollo, conociendo muy bien el caos que se avecinaba.El reloj marcó las ocho y cinco, cuando Magnus, el padre de Seth abrió su boca para romper el silencio.—¿Sabes dónde carajos se ha metido tu marido? —Inquirió con autoridad, su voz grave resonando en la habitación.Amelia bajó la cabeza a la par de su mirada que se posó en sus manos. Ella no se atrevía a mantenerle la mirada ni por un segundo, pero no podía ser descortés, así que respondió como pudo.—Seth… Él… —Tartamudeó ligeramente—. Él ha estado muy cargado de trabajo estos últimos días.Magn
Desde de llevar a Amelia a su habitación, Seth finalmente tuvo un momento de paz y silencio, la indiferencia de Magnus y Tarvos, como siempre, lo hartaba. “No permitiré que mis futuros hijos crezcan en este ambiente tan desprovisto de amor”, pensó hastiado. Estaba dispuesto a romper el pacto y si era posible, trataría de salvar a Mia de la muerte.Con la imagen de Amelia en su cabeza, levantó la vista y la vio salir del baño en ese momento. Con su cabellera rojiza húmeda, y su cuerpo pálido, curvilíneo, pero a la vez frágil y delgado; era su esposa, cuidadosamente seleccionada por él. Mia era la mejor opción para él. Ella era tonta y sumisa, necesitada de amor, no tenía familia o amigos cercanos, y cualquier muestra de bondad, por más pequeña que fuera, era suficiente para manipularla.Hasta el momento, parecía seguir creyendo sinceramente que su matrimonio era una unión de amor. Por eso, había estado esforzándose al máximo para agradar a su familia y a los miembros de la manada. A ve
Amelia sacó de su bolso la comida que había preparado para Seth y se la entregó, luego se preparó para irse. Sabía que Seth odiaba comer con otras personas, y Magnus y Tarvos siempre imponían ceremonias y protocolos en la mesa que podían hacer que hasta la comida más deliciosa se volviera desagradable. Comer con Seth era, de alguna manera, un privilegio de Lilly. Pero al ver la figura decidida de Amelia alejándose, Seth no pudo evitar fruncir el ceño.—¿A dónde vas? ¿Por qué no te quedas? Como su esposa, aparte de en las reuniones familiares, nunca había comido a solas con él. No era de extrañar que su padre y los demás empezó a sospechar. Pero Amelia malinterpretó sus palabras.—Hay cosas que hacer en casa, padre dijo que las ventanas necesitan limpieza. Si empiezo por la tarde, debería poder terminar antes de la noche. Los soldados pueden devolverme los utensilios. Amelia no comprendía el repentino cambio de actitud de Seth, pero como una Luna no reconocida, tenía demasiadas preocup
Llegó la noche del festival del pueblo, aunque más bien era de madrugada porque la celebración debe llevarse a cabo a las tres de la madrugada, el demonio Aamon era muy exigente y desde luego que nadie en el pueblo quería provocar su ira.Amelia se puso el atuendo tradicional de Luna y, junto con Seth, se dirigió a la plaza central del clan. Allí, algunos ancianos que parecían muy jóvenes, pero en realidad habían vivido durante mucho tiempo, se despedían de sus familias, listos para partir hacia el eterno lugar sin preocupaciones ni tristezas. Esta era una tradición del clan Bllod Moon, y cada anciano debía cumplirla. En unos pocos años, Tarvos también llegaría a su momento.Seth se subió a una plataforma elevada, donde pronunció unas palabras de bendición para los ancianos y anunció el embarazo de Amelia, informando que la manada tendría un nuevo heredero. Al escuchar esto, la multitud estalló en vítores, y todos comenzaron a cantar y bailar para celebrar la ocasión. De repente, una