Antes del Alba II
Ana chasqueó la lengua, resopló y se acercó al primer tronco. Era enorme. Pesado. Lo hizo de manera antipática y con muy poca gana. Lo empujó con ambas manos. El tronco se movió medio centímetro.
-¿Qué es esto? ¿Un árbol entero compactado? -Bufó. -¿Por qué tengo que hacer esto?- Volvió a quejarse. Estaba siendo demasiado pesimista, lo sabía, pero en su defensa estaba siendo obligada y arrastrada a la compañía de Ashven.
Ashven la observó, cruzado de brazos, como si fuera exactamente lo que esperaba que dijera.
-Necesitas fuerza. Resistencia. Coordinación. Y aprender a usar tu cuerpo sin depender de tu don.
Ana frunció el ceño.
-Miralo como un entrenamiento… entre tanto sigue empujando esos troncos al trineo.
-¿Y por qué no puedo depender de mi don?... si lo tuviera, claro. -Dijo al escuchar un suspiro molesto de su parte.
-Porque podrías perderlo algún día, porque podrías estar en una situación en la que no puedas usarlo. -La respuesta la golpeó como un balde de ag