Antes del Alba
Ashven golpeó la puerta como si quisiera arrancarla de las bisagras. Un estruendo seco, contundente, que hizo vibrar hasta el marco de madera.
Ana se sobresaltó despertando asustada, pero no tuvo que pensar mucho para saber de quién se trataba. Ana sólo se hundió más en la cama y cubrió con todas las mantas al mismo tiempo.
-¡Vete a la mierda! -Gritó desde debajo del revoltijo de telas.
La puerta se abrió igual, sin esperar permiso, sin siquiera dudar. Ashven entró como una tormenta sorpresiva, de esas que se nubla el cielo de golpe, su silueta recortada apenas por la luz azulada del amanecer inexistente que entraba por las ventanas. Ana apretó más las mantas al escuchar los pasos de él acercándose. No alcanzó: Ashven se acercó sin piedad y de un tirón le arrancó todo de encima.
-Te dije que hoy arrancaríamos temprano. -Informó como si fuera lo más lógico del mundo. -Estuve esperando.
-¿Cuándo dijiste eso? -Protestó Ana, enterrando la cara en la almohada para no verlo.