CAPÍTULO 104 — SOMBRAS DE GUERRA.
El palacio de Zafir vibraba con el caos de la guerra inminente. Los pasillos resonaban con el clangor de armaduras y el grito de órdenes, mientras carretas cargadas de armas traqueteaban por los patios. Eros había declarado la movilización total del ejército esa mañana, su voz retumbando en el salón del trono, un espacio con columnas de mármol negro y un trono de ébano que parecía absorber la luz.
Los generales, alineados frente a él, escuchaban en silencio, sus rostros endurecidos por años de batallas. El aire olía a cera quemada y sudor, las antorchas parpadeando en las paredes. "Lumeria caerá", dijo Eros, su tono afilado como una daga. "Movilizad cada hombre, cada caballo, cada espada. Quiero sus murallas en polvo antes del invierno." Su obsesión por Alexandra lo consumía, una fiebre que le enrojecía los ojos. No era solo la conquista; era destruirla, borrar su felicidad, hacerla pagar por escapar de su control en esta vida y la anterior. Los generales asintieron, pero el peso de s