5-HERMANOS.

–¿Puedo saber que significa esto?

–¿Señor Romanov? –preguntó ella.

–El mismo que viste y calza.

–La Salle, detective Anuk La Salle –le dijo la muchacha extendiéndole la mano.

–¿A que debo el honor? –contestó él sin inmutarse ni devolverle el saludo.

–Bueno, voy al grano.

–Eso espero –contraatacó él.

Anuk lo miró con mala cara, se notaba que no estaban a gusto ninguno de los dos.

–Usted es el máximo representante de este puerto ¿verdad?

–No soy el dueño absoluto pero si, digamos que soy la cabeza que sobresale entre las otras.

–Bueno, el tema aquí es que su puerto está en el medio de una investigación.

–Romanov la miró asombrado –¿Y eso sería por...?

–Verá, hay una investigación en curso porque hemos recibido denuncias sobre un individuo que se hace llamar "El nazi" y está dominando algunos negocios de la ciudad, comenzó con los pequeños y medianos pero ya tenemos noticias de que se está metiendo con los grandes y es ahí donde entras a esta ecuación.

Romanov arqueó una ceja.

–Creo que más temprano que tarde va a llegará aquí, tener el control de un puerto no es nada despreciable, por eso creo que si nos ayuda podemos...

La risa de Romanov interrumpió las palabras de la muchacha.

–¿¡Que yo trabaje con la policia!? –volvió a reir más fuerte.

Anuk respiró profundo, obviamente no la iba a tener fácil.

–No quiero que "trabajes..." –dijo haciendo comillas en el aire – conmigo, solo pretendo que si tienes algún dato, que si ves algo raro, compartas la información conmigo, porque si no ha venido por ti ya, creéme, lo va a hacer.

Romanov se quedó serio y se le acercó de manera intimidante.

–Yo jamás, ¡jamás! tendría algún contacto con la policia, haga su trabajo que yo sabré defender mis intereses y mi negocio en caso que llegue el momento de hacerlo y discúlpame, tengo cosas muy importantes que hacer, además –la miró de arriba a abajo –soy alérgico a ustedes.

Le dió la espalda a la muchacha y la dejó plantada en pleno puerto.

***

–¿Entonces me estás diciendo que durante todo este tiempo estuviste en coma?

–No todo –respondió Andrés –llevo un año más menos en recuperación, tuve que prácticamente aprender a caminar y poco a poco recuperar la memoria, fue duro, muy duro.

–Pero...pero ¿porqué nadie nos avisó? ,nadie llamó, nadie dijo nada-preguntó asombrada Gilda.

Andres suspiró –al principio fue por pura seguridad, no solo mía sino de ustedes, después...bueno, después fue un poco de orgullo personal, no quería que me vieran en el estado en que estaba, necesitaba mejorar, volver a ser el mismo de siempre, el de toda la vida.

Gilda se quedó callada tratando de procesar todo aquello –bueno respecto a Helen ella...

–No te preocupes, lo sé todo, sé que tiene una relación con otro hombre y lo entiendo, supuestamente yo estoy muerto, es una mujer joven y tiene derecho a rehacer su vida, solo quiero intentar recuperarla y conocer a mi hijo, que lo dejé tan pequeño que puedo decir que no lo conozco.por otra parte –se reacomodó su traje –mi carrera política está viento en popa increiblemente lo que me pasó me ha traido mas seguidores que detractores, tantos, que el partido quiere que me presente como candidato a la presidencia.

Gilda abrió los ojos –¿¡presidente!?

-Si, querida suegra, presidente.

Gilda se acomodó en su asiento, era muy tentador lo que estaba escuchando, ¡sería la suegra del presidente de la nación!, demasiado bueno para ser verdad.

–Andrés, claro que te voy a ayudar en todo lo que pueda, de todas maneras no soporto ese hombre con el que sale Helen, además, está Matias de por medio, necesita un padre, su verdadero padre y ese eres tú, no ese...fantoche –comentó con cara de disgusto –¿Ya hablaste con Helen?

–No, todavía no, llevo pocos dias de vuelta, estoy organizándome primero, ni mi hermana sabe de mi regreso.

–¿Entonces, cual será el próximo paso?

–Presentarme, todos tiene que saber que Andres Peralta a vuelto –sonrió de manera sínica.

DÍAS DESPUÉS...

–¿Por fin, que quieres para tu cumple?

–Ya te dije que nada, solo una pequeña reunión con los mismos de siempre.

–¿Estás segura? ,mira que cuando uno entra a los 30 es algo muy importante –Dante disimuló la risa –es la entrada de los tas, de los tas vieja ya – no pudo aguantar más la risa.

–¡Dante Voss! –le contestó seria Helen–yo estoy en la flor de la juventud, aquí el viejo eres tú que ya casi llegas a los 40.

–Tú quieres que el viejito te demuestre lo bien que se mantiene ¿eh? –le ronroneó en el oido.

Helen se mordió su labio inferior y miró a su hombre con ganas.

–Dale, demuéstramelo –le respondió mirándolo serio y fijo a los ojos.

Dante empezó a tocarle los senos –estas tetas me encantan–le susurró entre besos en el cuello.

–¿Qué hacen?-dijo una vocesita desde la puerta.

Dante no sabía que hacer, estaba prácticamente encima de Helen y con una mano justo en un seno de ella.

Em... tu mamá que... –decía mientras que lentamente salia de arriba de Helen –pues que...quería que le pusiera un arete que se le cayó, eso.

Matias, que ya a estas alturas estaba completamente dentro del cuarto, los miró serio, primero a uno y luego al otro hasta que se empezó a reir.

–No me mientas, estaban haciendo cosas de papás.

–¿Qué es eso de cosas de papás Matias? –preguntó incómoda Helen.

–En la escuela nos explicaron que los papás se dan besitos y los papás le dan cariño a las mamás y así nacen los hermanitos –explicó Matias como si de una conferencia se tratese.

Dante y Helen no sabian que responderle, parecía aquello la santa inquisición.

–Dice Gimena -continuó Matias con la disertación –que cuando seamos grandes y le crezcan las tetas puedo tocárselas, ahora no porque no tiene nada.

Helen por poco se atraganta con su propia saliva.

–Matias, tú sabes que a las niñas hay que respetarlas ¿verdad?

–¡Claro papá! –dijo el niño abriendo los ojos en su completa inocencia –pero eso es para cuando seamos grandes, porque cuando seamos grandes podré tocárselas ¿verdad?

–Si, si.

–¡Dante! –lo regañó bajito Helen.

–Que...si que cuando sean grandes y hayan estudiado y lo más importante –Matias prestaba suma atención -que ella te deje hacerlo, pues si...pues podrás hacerlo.

Matias rió de manera pícara y salió del cuarto cerrando la puerta tras de él.

–¡Dios! –dijo Dante soltanto todo el aire que tenía entre pecho y espalda –esto fue más dificil que disparar un arma.

–Tiene seis años ¡seis! y ya anda pensando tocar... –se miró sus propios senos –¡por Dios!

–Que te puedo decir, así somos los hombres -trató Dante de tocarle los senos.

–Quita -le dió Helen un manotazo –que bueno eres tú para dar consejos, mira, mejor nos dormimos que mañana hay que trabajar.

–¡¿Y ahora que hice yo?!

***

Toc,toc,toc.

–¿Quien será a esta hora? –se preguntó Anuk mientras caminaba hacia la puerta de su pequeño apartamento.

Miró por la mirilla pero no podía creer lo que vió, miró y volvió a hacerlo varias veces pero no podía ser.

–Anuk –dijo una voz del lado de afuera de la puerta –yo sé que debes de estar dudando si soy o no soy yo, pero si, aunque creas que no, soy yo, tu hermano, estoy vivo.

–Andrés –dijo ella más para si misma que para que él la escuchara –esto...esto no va a ser una buena noticia para Helen.

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