–¿Cómo va el caso?
–Nada, un pozo sin salida –se rascó la cabeza –nadie lo conoce. –Anuk, este caso es importante y te lo di a ti porque a pesar que eres una detective joven y con poca experiencia confío en ti. –Y yo sé lo agradezco señor –le contesto sería la muchacha –le prometo que haré todo, absolutamente todo lo que haga falta para resolverlo. –Bien, me alegra escuchar eso –dio media vuelta y se marchó. Anuk soltó todo el aire que había retenido durante los cinco minutos más largos de su vida, era una joven detective y le habían dado un caso importante y no quería fallar, “El nazi” así se hacía llamar ese escurridizo criminal que estaba azotando a la ciudad. No era un mero ratero, no, iba a lo grande, quería tener acceso a los grandes y más importantes negocios y vaya que lo estaba consiguiendo. *** –Buenos días mi niño. -Buenos días Nani –le dio Ashton un beso en la frente como siempre solía hacer. –¿Te preparo algo de desayunar? –Si porfa estoy esperando a Dante. –Buenos días –dijo Dante entrando al comedor. –Buenos días hijo, siéntate para que desayunes. –No gracias Nani, desayuné con Helen y el niño antes de salir –al igual que Ashton le dio un beso en la frente. –¡Uy! ¿plan happy family? –se burló Ashton Dante le reviró los ojos y le enseñó el dedo del medio. –Ya, no empiecen –intervino Nani –haces bien hijo, esa muchacha es buena y te quiere, no la dejes escapar–le guiñó un ojo. —Bueno, hablemos de negocio –dijo Ashton –¿Cómo están las cosas por los clubes? —Bien, trato de mantenerlos con el perfil más bajo posible, al menos en cuanto a drogas. –Si fuera por mi ya me hubiera deshecho de ellos, pero no puedo, es un mal necesario. –Exacto –le respondió Dante, es un mal necesario, sabes muy bien que de esto solo se sale con los pies por delante, así que lo único que podemos hacer es justo lo que estás haciendo, mantenerte alejado pero no perdido. *** Gilda Gilmore era una mujer fría, calculadora, en algún momento de su vida tuvo plata, pero de eso solo quedaba el recuerdo y las ínfulas de ella, nada más. El mal manejo de la herencia que le había dejado su marido y padre de Helen la llevó a la ruina, no total pero si bastante baja para sus estándares, pensó que casando a su hija con el padre de Matías resolvería el problema, pero no fue así, el hombre murió en un accidente cuando Matías tenía apenas 2 años y fue ahí cuando se descubrió que su situación económica era pésima. Sin embargo por esas ironías de la vida Dante, la actual pareja de su hija era un hombre que tenía un buena pocisión económica pero ella no lo soportaba, "no tiene pedigrí" así solía decir ella. Lo cierto era que Dante era un hombre que no venia de una familia suntuosa ni tenía un apellido de renombre en la ciudad, Voss, ese era su apellido, sonaba raro, foráneo. –Mamá, te lo he dicho mil veces, yo lo amo y no me importa lo que sea, solo me importa como es conmigo y con Matias. –Te vas a arrepentir de esto Helen y cuando ese momento llegue quizás sea muy tarde –eso fue lo último que dijo antes de colgar el teléfono. –No sé ni para que pierdo mi tiempo –hablaba con ella misma –no sé lo que le hizo ese hombre, brujería o qué sé yo. En eso tocaron a la puerta de su casa. –¿Y ahora quien será? –dijo poniendo sus ojos en blanco, estaba en la cocina comiendo algo –justo hoy que que le dí el dia libre a Julia –iba protestando durante todo el camino hacia la puerta de entrada. La casa no era muy grande, antes solía vivir en un cacerón pero debido a su cituación económica decidió mudarse a una un poco más modesta y siempre decía como justificación que era una mujer sola y mayor por lo que ya no necesitaba tanto espacio. Gilda abrió la puerta y lo que se encontró fue tan pero tan impactante que se le calló la taza que llevaba en sus manos. -Buenos dias suegra. *** –Era tu mamá, ¿verdad? –preguntó Megan a Helen. –Si –respiró profundo –ya no sé que hacer con ella, cada dia es peor, yo pensé que con el tiempo se iba a adaptar a la idea, pero de eso nada. –No es nada fácil amiga -le respondió Megan sentándose en un pequeño sofá que Helen tenía en el laboratorio donde trabajaba –nuestros maridos tiene ua estilo de vida un tanto...peculiar y a una madre eso no creo que le haga mucha gracia. –No, Megan, no es eso, no conoces a mi madre, eso es lo que menos le importa, el detalle es que Dante no es ningún tipo famoso, que le aporte notoriedad, ese es el detalle, nada más. –No sé, no sé, es tu madre y tú eres la que la conoces pero te digo una vez más, creo que deberías de contarle lo que te pasó con el padre de Matias va y a lo mejor baja un poco la guardia con Dante. –Creéme cuando te digo que no lo va hacer, que más quisiera yo, pero eso no va a pasar. *** –No...no puedo creerlo, no puede ser, no...no, esto no es posible –repetía una y otra vez Gilda sentada en el sofá de su sala y con el rostro blanco como papel de oficina. –Gilda, déjame explicarte –decia aquel hombre muy ecuánime. –Está bien, voy a tratar de controlarme para que puedas explicarme todo, porque si, necesito una explicación detallada, necesito saber como es posible que lleves cuatro, ¡cuatro! –dijo enseñándole los dedos de su mano derecha –muerto y de la noche a la mañana te tengo aquí, justo delante de mis ojos. Andres Peralta, el padre de Matias, el esposo de Helen que todos creian muerto, no lo estaba, nunca lo estuvo y ahí se encontraba, delante de su suegra, vivito y coleando, con una salud visiblemente más fuerte que la de un roble. –Estuve en coma –dijo finalmente –me balearon y estuve en coma, por años no supe ni tan siquiera como me llamaba –le explicaba muy compungido –pero gracias a Dios logré recuperarme, regresé y ahora quiero recuperar todo y eso incluye a mi familia, quiero recuperar a mi esposa y espero contar con tu incondicional ayuda ¿Puedo contar contigo?