Camino al bar

En cuanto llegan al bar, Jules se da cuenta de que, además de atractivo, A es muy caballeroso debido a que le acerca la silla en una mesa privada.

—¿Excuzes-moi? ¿Mesero? —pide una botella de vino que parece muy cara.

—Me estás consintiendo cuando se supone que soy yo la que debería hacerlo ¿Eres consciente de que una chica podría volverse adicta a toda esta caballerosidad?

—¿En serio? Pensé que este tipo de atenciones era normal cuando se pasa tiempo con alguien tan encantadora.

El tono de voz de A había bajado y ahora era ronco, eso más su acento estaba provocando cosas en la chica que nunca antes había sentido.

La verdad era que ningún hombre decente quería tener que ver con su familia, no después de que su horrible padrastro fuera a prisión por delitos financieros.

—¿Estás bien? —le pregunta él cuando ve la mirada perdida en ella.

—Lo siento. Es que estoy un poco cansada. Acabo de dejar mi trabajo y tiré mi carrera de arquitectura por el retrete —ella le explica.

A resopla. Es el sonido menos elegante que ha emitido hasta el momento, pero no deja de sonar sexy.

—Esa sí es una expresión difícil de entender ¿Por qué “tiraste” tu carrera?

—Tuve suficiente de sexismo. Hoy mi jefe me dijo que solo había una manera de convertirme en socio… y me puso una mano en la pierna para que me quedara clara cuál era esa única manera —A, maldice en francés soltando una larga retahíla de palabras que ella no logra entender— Eso fue justo después de que me enterara que el idiota de su hijo había conseguido el ascenso.

—Eso es poca profesionalidad y muy repugnante.

—Ya, pero ahora, suficiente de mí ¿A qué te dedicas?

—Cosas aburridas. Negocios internacionales, nada que sea creativo —se le queda mirando fijo y, unos segundos después le dice— Tengo una propuesta para ti.

—No sabes mi verdadero nombre ¿y aún así tienes una propuesta que hacerme?

—No me refería a eso, me refería a una propuesta por olvidarnos de nuestras cargas por una noche —dice levantando su copa.

Justo en ese momento ella se da cuenta de lo que él estaba tratando de decir.

—Te refieres a un brindis —él voltea los ojos haciendo un gesto con la mano para quitarle importancia.

—El español no tiene sentido. Entonces ¿un brindis?

—Claro. Por los nuevos comienzos.

De pronto, una voz molesta llega a los oídos de la chica.

—¡Oye mesero! Que la primera ronda sea de tequila. Tu chico Jay acaba de recibir un ascenso —Jules no puede creer que tenga al lado al estúpido hijo de su jefe— Pero miren quién está aquí. No esperaba verte tan pronto.

—Jay, déjame en paz.

—¿Ves? Ese es tu problema, te ayudaría a recuperar tu trabajo si me lo pidieras de buena manera, y si tu padre no hubiera robado el dinero de media ciudad.

De pronto, A se pone de pie, imponiendo su altura ante Jay quien traga saliva.

—Creo que es mejor que te vayas y la dejes en paz.

—Tranquilo, solo estaba bromeando, aunque debes saber que no se te abrirá de piernas, es una maldita frígida.

Antes de que Jay tenga tiempo a decir nada más, A, le propina un puñetazo en medio de su cara que casi hace que pierda la consciencia y que le parte el labio.

—Segunda vez, sal de aquí, te aseguro que a la tercera no seré tan benevolente —le dice A y Jay sale corriendo con la mano en su labio.

A se gira hacia Jules.

—Siento que te hayas metido en un problema por mi culpa.

—Mon dieu. No tienes nada por lo que disculparte, ese es un imbécil. Este "connard" es la razón por la que renunciaste a tu trabajo ¿cierto?

—Sí, es el hijo de mi jefe.

Justo en ese momento, el celular de él suena y excusándose sale del bar para tomar la llamada. Unos minutos después, ella sale y se encuentra con él.

—Te veré muy pronto mon chou. Je t´aime beaucoup.

El francés de Jules no era muy avanzado, pero supo que le estaba diciendo a alguien que le amaba. A cuelga y la mira.

—Lo siento.

—Vaya, eso fue romántico sin duda.

—No, no. Estaba hablando con… mi familia. De momento solo estoy interesado en una persona.

Jules había conocido tantos patanes en su vida que lo que menos deseaba era descubrir que A era otro más que sumar a la lista, así que le dijo:

—Creo que lo mejor es que me marche.

—No te vayas, hablemos.

—Lo siento, pero tengo que marcharme. Fue un placer conocerte, A. —y sin más, ella se marcha dejándolo solo en la acera.

En cuanto llega a casa, Carol, su mejor amiga, la recibe con un ataque de pánico.

—Una niñera acaba de renunciar sin avisar. Se suponía que iría a Francia la próxima semana. El cliente para el que tenía que trabajar es muy importante, perderlo podría hundir mi negocio.

—Pues esa mujer debe estar loca ¡Yo mataría por pasar el verano en Francia!

Justo en ese momento, su amiga sonríe.

—Entonces ¿estás diciendo que si de repente estuvieras libre, irías seis semanas al extranjero? —Jules ya sabía en lo que su amiga estaba pensando— No tienes trabajo y yo no tengo niñera. Podrías salvarme el trasero y visitar Francia, así que ¿qué dices?

—Acepto —dijo Jules sin pensarlo dos veces.

EN LA ACTUALIDAD

Jules estuvo tan ocupada preparando el viaje que no tuvo tiempo de buscar la información que Carol le envió sobre su cliente. Solo sabe que el señor Leduc es padre soltero y millonario que adora las reglas y ama a su hija.

Es en eso en lo que piensa cuando sale del tren y una linda niña sale a su encuentro.

—¡Bonjour!

—¿Estás bien? ¿Dónde están tus padres?

Justo en ese momento un hombre alto pasa corriendo junto a ella y toma la niña en brazos. Cuando se da vuelta, el estómago de Jules se revuelve.

—¿Bonnie?

—¿A?...

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