Mikkel se metió a bañar, Lía estaba sentada en la cama, trataba de ser fuerte, pero el cuerpo le dolía, mayor aún era el dolor en las venas del brazo donde le habían puesto la quimio, pero el dolor de verdad era otro, el que tenía dentro., decidió llamar a Astrid, así que salió al pasillo.
El tono sonó dos veces, Astrid contestó al tercero, su voz era tan dulce y fingida como siempre.
—Lía, querida. ¿Ya extrañas mi compañía? —dijo acompañado de una risa.
Lía tragó saliva, sentía que la garganta le raspaba, tuvo que forzar las palabras.
—Tenemos que apresurar el plan —dijo en voz baja para que nadie más la oyera— no puedo esperar más.
Hubo silencio al otro lado, luego Astrid se rió de nuevo.
—Vaya, al fin te das cuenta de que no le das la talla. ¿Tan rápido te cansaste del supuesto amor que le tienes?
Lía apretó el teléfono con fuerza, hablar con esa mujer le costaba un gran esfuerzo.
—No es eso —dijo— solo no quiero que esté solo, y tú aunque a tu manera, lo amas.
Astrid suspiró, no e