Arthur y Henrik se quedaron por un momento en silencio después de lo que dijo Mikkel, Arthur clavó la mirada en el suelo y Henrik observó a su nieto, viendo el rastro de una devastación más profunda que cualquier infarto.
—Está bien —dijo el abuelo— no la busques, pero tampoco la condenes con tanta seguridad, recuerda que la verdad nunca es de un solo color.
Mikkel no respondió, tenía la mirada fija en la ventana, recordando que cuando Lía llegó, solía dar paseos por las mañanas.
—¿Y Astrid? —preguntó Arthur — ¿Qué haremos con ella? Los análisis clínicos son una prueba de que te administró la droga.
—Las entregaremos a la policía, no puede quedar impune lo que le hizo a Mikkel —Henrik miró a su nieto— primero debe recuperarse, no podemos agregar más estrés ahora.
Mikkel asintió, pero siguió con la mirada fija en la ventana.
—Arthur —dijo de pronto, sin voltear a verlo— necesito que hagas algo.
Arthur se tensó, “aquí viene”, pensó.
—Dime.
—Quiero que averigües todo lo que puedas sobre