Dos días después, Mikkel fue dado de alta, seguiría su recuperación en casa, él se había negado a dejar el hospital, pero Henrik terminó por convencerlo, sabía que al estar en la mansión, estaría solo con sus pensamientos, además de que todo le recordaría a Lía.
Henrik se encargó de hacer los trámites necesarios para el alta, cuando salieron, Christopher los esperaba, Mikkel no aceptó que lo llevaran en silla de ruedas hasta el auto.
Poco después llegaron a la mansión, Ana y los demás empleados los recibieron en la puerta, alineados en dos filas a los lados de la estancia.
—Bienvenido, señor Skarsson — dijo Ana, Mikkel asintió en respuesta, enseguida subió directo a su habitación, Arthur lo ayudó a subir lentamente las escaleras, en ese momento pensó que lo ideal sería poner un elevador, le serviría mucho al abuelo.
—Vendrá una enfermera —dijo Henrik apenas cruzaron la puerta— estará contigo solo mientras te recuperas.
—No necesito a nadie —gruñó Mikkel.
—Pues vendrá aunque no quieras