La casa que Astrid eligió era sin dudar, la más lujosa y grande de toda la colonia, un lugar tan exclusivo que ahí no vivía cualquiera, era una mansión con enormes ventanales,una enorme piscina y un jardín que parecía un bosque,, era majestuosa y reflejaba poder y riqueza.
Mikkel fue dado de alta al día siguiente, justo el día en que les entregaron las llaves, su rostro aún mostraba moretones y aun estaba hinchado en algunas partes, cada que sentía dolor recordaba por que no debía beber tanto, pero no pudo guardar reposo, entre los autos de la empresa y Astrid, ella prácticamente lo arrastraba para elegir los muebles y la decoración de la casa.
—¡Mikkel, mira este sofá de seda italiana! ¿No es divino? —exclamó, emocionada, mientras pasaba los dedos por la tela mientras él lo único que deseaba era sentarse, estaba harto, pero no podía demostrarlo, no cuando ella había sufrido tanto.
—Astrid, estoy cansado —dijo con desgano— ¿Podemos hacer esto mañana?
—¡Pero si apenas empezamos, mi