Cap. 97 Tu desayuno
El amor de ellos estaba hecho de materia más resistente: de verdad cruda, aceptada, de perdón, que era un proceso y no un acto, de lealtad que se había extraviado, pero que clamaba por volver a casa.
Y en esa mañana, en el desorden de la suite del hotel, con el fantasma de Elian acechando y los traumas de Celeste aún frescos, ese amor, cicatrizado, pero vivo, era el cimiento más sólido sobre el que podían seguir construyendo. Isabella le devolvió el beso, esta vez en los labios.
No era un beso de pasión desatada, sino un sello. Un "sigo aquí". Un "la batalla continúa, pero la retaguardia está segura".
La atmósfera en la Mansión La Tormenta esa mañana era notablemente diferente. El aire pesado de la crisis parecía haberse disipado un poco, reemplazado por una calma cansada pero genuina. En la cocina del ala privada, un escenario doméstico inusual tomaba lugar.
Lucius, con el ceño ligeramente fruncido en concentración, no en furia, estaba frente a la isla de granito. Con movimientos t