Cap. 62 Ya supe de Alba, de la niña...
Su padre. El hombre al que admiraba, el pilar inquebrantable, la razón por la que él, Lucius, había podido construir su imperio con una confianza absoluta en su propio nombre. Pero ahora, ese nombre y ese pilar se sentían... agrietados.
La llamada era importante. Más que importante. Era crucial. Quería, necesitaba, saber qué rayos estaba pasando con sus padres. ¿Por qué su madre hablaba de una separación? ¿Por qué su padre, siempre tan devoto de Isabella, parecía haber dado un giro tan radical? Y, la pregunta que más lo quemaba por dentro, ¿qué demonios había hecho Celeste para que esto pasara?
Isabella había insinuado una conexión, una traición que iba más allá de lo que él había vivido con Alba. Y si Celeste había logrado envenenar el matrimonio de sus padres, el matrimonio más sólido que conocía, entonces toda su realidad, toda la narrativa en la que había basado sus decisiones durante años, era una farsa aún más grande y monstruosa de lo que ya había empezado a temer.
Con el pulso