Cuando la Esposa Regresa a Cobrar Venganza
Cuando la Esposa Regresa a Cobrar Venganza
Por: Adrianex Avila
Cap. 1 Creo que tienes calor.

La habitación era un tugurio de paredes desconchadas y una sola bombilla desnuda que se balanceaba, proyectando sombras danzantes. En el centro, atado a una silla de madera gastada, se encontraba un hombre alto de rasgos afilados y perfectamente esculpidos. Era innegablemente atractivo, pero de una manera que gritaba peligro; una fiera elegante acorralada. A pesar de la situación vejatoria, un aura de autoridad innata, casi noble, lo envolvía como un manto invisible.

Sin embargo, en ese momento, ese dominio se resquebrajaba. Un potente afrodisíaco recorría sus venas como lava, llevando su cuerpo al borde del descontrol. La vista se le nublaba, y cada uno de sus músculos estaba en tensión, ardiendo con un fuego interno que prometía consumirlo por completo.

La puerta de la modesta habitación se abrió con un chirrido siniestro. En el marco, recortada contra la tenue luz del pasillo, apareció una mujer de belleza impactante. Sus ojos, sin embargo, no reflejaban compasión, sino una burla fría y calculadora. Recorrió al hombre cautivo con la mirada, y una sonrisa leve y divertida se dibujó en sus labios al ver su lucha interna.

—Vaya, el gran Lucius Ottum… El gran CEO de Ottum Company. Parece incómodo —su voz era una seda envenenada, cortando el aire cargado de la habitación

—Creo que tienes calor. Déjame ayudarte, aunque me repugne tocarte. Lo hago por un bien mayor. Al fin y al cabo, soy misericordiosa.

Sus ojos, nublados por el fuego interno, no se despegaban de la figura frente a él. Era ella. No podía ser otra. A través de la niebla del afrodisíaco y la incredulidad, su mente gritaba la verdad: Alba Marín. Su esposa. La mujer a la que había llorado durante tres largos años.

La mujer que había muerto... o eso creía él. Las autoridades le habían mostrado un cadáver desfigurado, le habían presentado una prueba de ADN compatible y, el golpe más cruel, le habían confirmado el embarazo de cuatro meses que ambos habían anhelado. Todo era una mentira perfecta. Y ahora, ese fantasma de su pasado, más viva y más llena de odio que nunca, estaba aquí.

Mientras más luchaba por mantener la cordura, más sentía cómo se le escapaba. El afrodisíaco era implacable, un veneno que le nublaba la razón y le incendiaba la sangre. Y allí estaba, atado e impotente, completamente a merced del espectro que había regresado para atormentarle.

A través de la niebla del afrodisíaco, su mente retrocedió en el tiempo, no al día de su boda, sino al momento en que todo se derrumbó definitivamente.

Flashback - Hace 3 años

Alba, con cuatro meses de embarazo, se encontraba en la sala de su casa cuando Celeste irrumpió, deshecha en lágrimas.

—¡Alba, por favor, te lo suplico! —gemía, agarrándole las manos—. No le hables mal de mí a los socios de la firma. Están a punto de despedirme por «moral incorrecta». ¡Todo fue un malentendido!

Alba retiró sus manos con frialdad. —No sé de qué hablas, Celeste. No he hablado con nadie de ti.

—¡Es por Lucius! —sollozó Celeste, dramática—. Él fue a la oficina hoy y… y la gente está murmurando. Creen que hay algo entre nosotros. Pero tú sabes que no es así, ¿verdad? Él solo me consuela porque soy tu hermana. Te lo juro, no tenemos nada.

En ese preciso instante, Lucius entró en la habitación. Su mirada se posó primero en Celeste, deshecha, y luego en Alba, serena. El contraste fue todo lo que necesitó para sacar una conclusión.

—¿Qué le has hecho ahora? —le espetó a Alba, su voz cargada de una acusación inmediata.

—No le he hecho nada —respondió Alba, conteniendo la ira—. Está inventando otra de sus historias.

—¡No es una historia! —lloriqueó Celeste—. Le estoy pidiendo que no arruine mi carrera, Lucius. Que no diga mentiras sobre nosotros.

Lucius se acercó a Alba, su presencia era abrumadora y llena de furia.

—¿De verdad eres tan mezquina, Alba? ¿Acosarla en su trabajo no es suficiente? ¿Ahora también intentas envenenar su reputación con tus celos patológicos?

—Yo no he hecho nada de eso —negó Alba, sintiendo cómo el piso se movía bajo sus pies. La injusticia era un sabor amargo en su boca.

—¡Deja de mentir! —rugió Lucius.

Y entonces, sucedió. Un golpe seco y brutal. La mano de Lucius impactó contra su rostro con una fuerza que la hizo tambalear hacia atrás. El sonido resonó en la sala, seguido por un grito ahogado de Celeste.

Alba se llevó la mano a la mejilla, ardiente. Ese golpe no solo marcó su piel; marcó su alma. Selló su decisión. Tenía que escapar. El amor que una vez sintió se transformó en ese instante en un instinto de supervivencia puro y desesperado.

Fin del Flashback

La llegada de la hermana de Alba, Celeste, o más bien, su regreso, fue el detonante. Ella era la antítesis de Alba: una mujer que solo velaba por sus propios intereses. Para colmo, Celeste había sido la mejor amiga de la infancia de Lucius, y los rumores insistían en que aquella "amistad" había sido, durante un tiempo, un romance bien disfrazado. Su presencia se interpuso como una sombra, envenenando la frágil confianza que Lucius y Alba estaban construyendo.

En cuanto Celeste volvió, Alba, ni siquiera se había enterado, y fue cuando las cosas cambiaron.

De repente, las sonrisas de Lucius se volvieron más escasas, sus respuestas más cortantes.

Lucius, citando "asuntos urgentes", desapareció durante tres días completos. No fueron días de silencio para Alba, Claro, que se enteró de la llegada de su hermana y de la peor forma, como una tortura moderna y pública. Abría I*******m y ahí estaba: una sucesión de historias y publicaciones de Celeste.

La primera: una foto de sus manos, con las uñas perfectamente manicuradas. Al fondo, desenfocado, pero inconfundible, estaba Lucius, sonriendo.

La segunda: un video corto de un lujoso restaurante. 

La tercera, la que más le dolió: una foto en la cocina de lo que parecía el departamento de Celeste. Lucius, con un delantal, salía sonriente del encuadre, y el pie de foto decía: "¡Chef sorpresa! 

Aguantó cada afrenta sutil, cada mirada de desdén que Celeste le lanzaba cuando Lucius no miraba, y cada palabra cortante como un cuchillo que su hermana disfrazaba de "consejo bienintencionado". 

El matrimonio fue por la amistad y sociedad entre la familia Marin y Ottum. Lucius no puso objeciones, Alba estaba totalmente de acuerdo. Los compromisos y sociedades entre ambas empresas eran primordiales, un divorcio sería difícil para los Marín que tienen un patrimonio menos cómodo, y también una trampa. 

Y entonces, Alba quedó embarazada. Por un instante, creyó en un milagro.

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