Capítulo 136

Nunca había sentido tanto silencio como el que llenó la cocina después de pronunciar esas palabras.

Estoy embarazada.

Apenas las dije, su eco pareció quedarse suspendido en el aire, mezclándose con el aroma del café que se enfriaba y el leve sonido del reloj marcando los segundos. Rosa me miraba sin decir nada, con los ojos abiertos de par en par y la mano temblorosa aún sosteniendo el paño de cocina.

Yo no podía mirarla. Tenía los ojos fijos en la taza que tenía frente a mí, viendo cómo el vapor se disolvía lentamente. El corazón me latía tan fuerte que sentía que se me iba a salir por la garganta. Era como si todo lo que había estado conteniendo dentro de mí durante días hubiera estallado al fin, y ahora no supiera cómo recoger los pedazos.

Rosa fue la primera en moverse. Dejó el paño sobre la mesa, rodeó el mueble despacio y se acercó hasta mí. Me puso una mano suave sobre el hombro, sin decir nada todavía. Su tacto fue tan cálido, tan humano, que me rompí.

Lloré.

Lloré como
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