Aquellas palabras habían quedado suspendidas en mi mente durante el viaje, enterradas bajo el miedo, el cansancio y la necesidad urgente de sentirme segura en casa.
Me incorporé en la cama, con el corazón latiendo más rápido. Encendí el celular y volví a leerlo: “Isabela, fui a tu casa a buscarte y Rosa me dijo que habías salido de viaje. Necesito verte y hablar sobre los preparativos de nuestro compromiso.Te extraño. Quiero que regresemos a lo que fuimos.”
Ese “necesito verte” vibraba dentro de mí como una campana. Después de tantas dudas, tantos engaños, tantas noches en vela, leer que él me buscaba, que quería hablarme de nosotros… me devolvió una chispa de ilusión que creía apagada.
Con los dedos temblorosos redacté un mensaje:
"Matías, ya regresé a México. ¿Cuándo nos vemos?"
Lo envié y esperé. Pasaron unos minutos eternos. Nada. Silencio absoluto.
Me giré de un lado a otro en la cama, intentando tranquilizarme, pero la espera se volvió insoportable. ¿Por qué no respo