Capítulo 12
La página entera rebosaba palabras… y ni una sola mencionaba a Ernesto, salvo la línea final.

Él bajó la mirada, empapado de tristeza y culpa.

Los últimos días, Teodora había estado sola; debió de sentir pánico.

Le temía a las agujas y, aun así, soportó el dolor que provoca un cáncer de páncreas.

Agonizaba y, encima, contemplaba a su esposo abrazar a otra mujer.

Ernesto no podía imaginar cuánto le dolió el alma.

Desde que le declaró su amor, creyó que pasarían la vida juntos; todos sus sueños terminaban en finales felices.

Y aun así, se descarriló.

Se odiaba a sí mismo… y despreciaba a Liliana. Si ella nunca hubiese aparecido, ¿acaso nada de esto habría pasado?

La casa, vacía y muda, lo envolvía en soledad.

Guardó el diario y el convenio de divorcio juntos, y los cerró con llave: el último vestigio de Teodora.

Al ir al baño vio su celular sobre el tocador. Recordó las palabras de Sofía y lo desbloqueó de prisa.

Allí estaban los mensajes de Liliana, junto con fotos explícitas. La rabia
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