Mi hermana adoptada, Jazmín, causó la péridida de un millón y medio a un cliente por especular en bolsa ilegalmente. El cliente, frustrado, vino a buscarla con arma en mano. Jazmín y yo fuimos acosadas por este. Mi novio, un magnate en el mundo empresarial, vino corriendo para salvarnos, cuando le tendimos nuestras manos suplicando ayuda al mismo tiempo, él apartó la mía con un golpe furioso y dijo con desprecio: —¡Rosa, deja de hacerte la enferma, que a lo mejor te cae una buena por fingir tanto! Jazmín tiene cardiopatía congénita, ¡tengo que llevarla al hospital de inmediato! ¿Hacerme la enferma? ¡Yo era la que tenía cardiopatía congénita! Mientras se celebraba mi funeral, mi novio se cegó en mi velatorio. Más tarde, el famoso “ojo de halcón” del mundo financiero vivió su vida en la oscuridad del remordimiento.
Leer másAdemás del vídeo completo, había muchos vídeos editados que reforzaban la percepción pública de Jazmín como “hermosa arpía”.También estaba siendo boicoteada por todas las industrias.Su reputación estaba acabada y nadie más la iba a respetar.Simón le sonrió.Jazmín se relajó.La miré fríamente, sabía lo que estaba pensando, pues Simón, aunque ya no trabajara en el sector financiero, con lo que tenía su familia ya le bastaba para vivir en la opulencia el resto de su vida.Así que la última oportunidad de Jazmín para darle la vuelta a la tortilla era aprovecharse de Simón.Jazmín recibió tímidamente a Simón en su casa.Simón entró como si nada.Pero cuando Jazmín se volvió para cerrar la puerta, la apuñaló por la espalda una y otra vez.Yo me asusté tanto que grité: —¡Simón, estás cometiendo un delito!Por desgracia, nadie podía oírme.Los ojos de Jazmín se abrieron de par en par mientras apretaba las palabras entre los dientes: —Eres... un... ¡bastardo!Simón se limitó a sonreírle con
Simón permaneció tres días en el hospital antes de despertarse, y no tuve más remedio que sentarme a su lado y contemplar su desastrozo estado actual.En el pasado fue frío y distante, y me tenía coladita por él con ese triángulo amoroso.Cuando le amaba, podía convencerme a mí misma de que sus trucos eran por amor y no tener en cuenta sus maquinaciones.Cuando ya no le amaba, me di cuenta de que él no sabía amar a alguien.Para ser más precisa, no me amaba en absoluto.Pero como era difícil encontrar a otra que estuviera tan colada por él, por eso se veía tan afectado.Cuando Simón recobró el sentido, lo primero que hizo fue quitarse la aguja de la mano, levantarse y salir de la sala.No obstante, antes de que pudiera salir, fue detenido por los guardias de seguridad que la familia Serrano había contratado. —La señora Serrano y el señor Serrano le han restringido el paso.Simón, inesperadamente, no se sorprendió con tal escena, ni se resistió, sino que se limitó a asentir con el rostr
Mi madre abrió la puerta.Al instante quise ir a abrazar a mi madre.Pero entonces recordé la expresión de dolor en la cara de Simón cuando atrevesé su cuerpo.No quería que mi madre pasara por eso.Lo único que pude hacer fue acercarme lentamente a ella y sentir un poco de su calidez.Cuando vi que le crecían las canas y que su rostro estaba demacrado, supe que debía de haber tenido un arrebato emocional y que su pena estaba en su punto álgido.Mi madre vio a Simón y, de repente, le fulminó con la mirada, gritando: —¡Fuera!Simón evitó que la cerrara, y rogaba: —¡Susana, por favor, déjame ver a Rosa!Mi madre se sorprendió y dijo: —¿Y tienes el descaro de querer verla? Si la hubieras querido y cuidado, no la habrías dejado morir sola en el frío suelo.Los dedos de Simón empezaron a temblar ligeramente mientras estrechaba los labios y decía: —Es culpa mía por no saber distinguir la verdad, todo es culpa mía, por favor, solo déjame ver a Rosa por última vez...De repente, mi padre salió
Vi un tono carmesí en sus ojos, y Simón me atravesó con mucha prisa.Y con la misma velocidad, una fuerza misteriosa me absorbió de nuevo hacia él, y vi cómo se paralizaba de repente antes de cubrirse el pecho y caer lentamente de rodillas.Con los ojos escarlata, gimoteó: —Rosa, ¿así se siente el dolor que sufriste? ¿Me estás castigando desde el cielo?Sacudí la cabeza y sonreí diciendo: —¿Sientes lo que yo sentí antes de morir? No, no es un castigo, porque no es suficiente.De repente, Simón volvió a levantarse obstinadamente, agarrándose a la pared, y gritó: —¡Rosa! ¡No me creo que estés muerta! ¡Las noticias deben estar haciéndolo para llamar la atención!¡Apretó los puños y corrió hacia el exterior del hospital con determinación!Yo también me vi obligada a seguirle, y mientras observaba su espalda desorientada, mi corazón se desbocaba de odio.Si se hubiera dado cuenta de las anomalías de mi cuerpo en ese momento, no habría muerto de dolor.Ahora que ya no sentía nada por él, tod
Qué ridículo, para él, Jazmín era la flor que necesitaba su protección, y yo siempre había sido fuerte, claro.Si fuera antes, me habría derribado su comentario.Qué pena, ya no sentía nada ahora.«Simón, ¿qué te parece mi cambio? En verdad, no tienes por qué darte prisa».Cuando Jazmín vio que Simón se marchaba sin mirar atrás, saltó de la cama a toda prisa.Corrió hasta Simón, pero perdió fuerza y cayó delicadamente al suelo y tiró del pantalón de Simón.Este la miró con desconfianza.Jazmín rompió a llorar en un instante, mirando a Simón como una florecilla en una tormenta, con la voz temblorosa dijo: —Simón, eres el que más amable ha sido conmigo desde siempre. Cada vez que me duele el pecho, mi hermana monta una escena con el fin de que todo el mundo le ponga la atención. Sé que mi mala salud solo es una carga, pero también soy una humana que anhela ser amada.Allí estaba, otra vez con una de sus actuaciones.No pude evitar poner los ojos en blanco.«¡Jazmín, realmente sabes cómo
Carolina se quedó pasmada por un segundo.Simón le reprendió de inmediato: —Si lo dices por ser su compañera del trabajo, la becaria bajo su cargo le pasó algo tan grave, ¿no creen que deberían considerar si dejar el trabajo? Si lo dices como su mejor amiga, ¿recuerdas que soy novio? La viste tener una relación cariñosa con otro hombre, y lo peor, metieron a Jazmín en esto, ¿de verdad no se sienten culpables?Oí a Carolina respirar hondo.Sacudí la cabeza.Carolina no podía ganarle discutiendo, porque cuando uno ya no veía las cosas con claridad, lo que decía tampoco estaba sustentado de razón.El tono de Carolina fue más frío: —¿Sabes cómo está Rosa?Simón dijo en un tono inusualmente calmado: —Les ruego que me escuchen, de paso le dices a Rosa que deje de montar una escena, y que lidie con este desastre lo antes posible. Yo puedo dejar pasar lo de esta vez y ustedes pueden permanecer en sus puestos, pero si siguen montando una escena y empeoran la salud de Jazmín, les haré pagar por
Último capítulo