Capítulo 1

CAPÍTULO 1

23 DE AGOSTO – 4:30 pm

SAM

Estoy terminando de hacer mis tareas; un reporte acerca de un estudio de caso que nos pidió investigar nuestro profesor de la universidad.

Termino de hacer los últimos apuntes cuando mi celular vibra. Enciendo la pantalla del teléfono y veo que tengo la notificación de un mensaje, es de mi mejor amigo; Ricardo. Desbloqueo el aparato y entro al WhatsApp, paso por alto los cientos de mensajes innecesarios de los diferentes grupos de trabajo de la escuela y entro a su conversación. Me está invitando a su casa a jugar videojuegos, me pongo a pensar si tengo algún otro pendiente para el día de hoy, pero no, no los tengo. Los pocos trabajos que aún debo hacer son para finales de semana, así que puedo darme el lujo de atrasarme un poco. Le respondo con un ‘’sí’’ y que prepare un control para mí.

     Guardo las libretas y la laptop en la mochila que tengo a un lado y subo corriendo hacia el cuarto de mis padres. Mi papá se encuentra en el trabajo, es ingeniero, trabaja en el área de mantenimiento de una empresa constructora de la ciudad, esto le exige mucho así que nunca está en la casa sino hasta después de las 6:00 de la tarde y eso si es que no suceden imprevistos, cosa que sucede muy a menudo. En cambio, mi mamá, que es ama de casa, si no está de compras está en su habitación viendo novelas, le gustan las novelas latinas, aquellas que tienen la típica trama de una mujer pobre de la cual un hombre rico se enamora y le soluciona toda la vida. Al entrar a su cuarto veo que hoy decidió quedarse viendo telenovelas.

Desde la puerta le aviso que Ricky, me invitó a pasar la tarde en su casa. Ella accede de inmediato, lo conoce desde hace muchos años, por lo que nunca me cuestiona cuando le digo que voy a salir con él y, por otra parte, quiere seguir viendo su novela. Mientras menos la interrumpa, mejor.

Me despido de ella y le digo que llegaré a cenar en la noche.

     — De acuerdo, cariño. ¡Diviértete! — me dice, sonriendo, pero sin apartar los ojos de la televisión.

Bajo de nuevo las escaleras, camino hacía la mesa de la sala y tomo las llaves de mi auto, me aseguro de tener mi cartera y celular en los bolsillos del pantalón y salgo de la casa.

El camino es tranquilo. Ricardo no vive a más de quince minutos en coche de mi casa. A estas horas del día las calles no están tan llenas; una gran diferencia a las 6:00 de la tarde o 6:00 de la mañana, cuando hay demasiado tráfico, tanto que un viaje de veinte minutos puede transformarse en una hora.

     Llego a casa de Ricky y me estaciono frente a la camioneta de su mamá. Bajo del auto, me acerco a la entrada y toco el timbre de su casa. Segundos después me recibe la señora Irma, la mamá de Ricardo. Siempre que vengo a su casa me recibe con una sonrisa.

— Adelante, pasa —me dice contenta, mientras al mismo tiempo me da un abrazo.

Apenas entro y me comienza a bombardear con preguntas; sobre mi familia, el cómo están mis papás, mis hermanos y cómo me va en la escuela. Además, me ofrece un vaso de agua, refresco e incluso comida, ya sea de lo que ellos comieron en la tarde o del postre que siempre tiene listo en su refrigerador para sus hijos y su esposo. El día de hoy, un pastel de zanahoria.

—No, gracias, acabo de comer hace poco y estoy lleno. —Declino la oferta de la manera más amable posible.

Me dice que, si se me ofrece algo, no dude en hablarle.

—Claro que sí, señora, muchas gracias. — Le respondo.

Finalmente le pregunto sobre su hijo, me contesta que está en su habitación y me señala las escaleras.

—Sube, sabes que esta casa es tu casa.

Le doy las gracias de nuevo y me apresuro a subir. Entro a la habitación de mi mejor amigo, la primera puerta de la izquierda, he venido tantas veces a esta casa que ya casi lo hago en automático, lo veo en la orilla de su cama, justo frente a la televisión mientras juega Fortnite. Decido no interrumpirlo y me limito a observar cómo, entre maldiciones, Ricky va eliminando jugadores.

Después de unos minutos, me hace un gesto con su mano, golpea varias veces a un costado de él, quiere que me siente a su lado. Me acerco y se hace a un lado para hacerme espacio y que quepa mejor.

Ricky gana su partida y, después de alabarse un poco, me saludar con un choque de puño.

Una vez que el juego lo lleva al lobby para iniciar la siguiente partida lo quita, ya que sabe que yo lo detesto, y mejor se pone a buscar uno que nos guste a ambos.

Mientras busca en la librería de juegos, nos ponemos al día. Me pregunta cómo me ha ido en la escuela y yo le pregunto cómo le ha ido a él.

Yo estudio medicina, no soy el mejor, debo admitirlo, pero por lo menos me va bien, o eso me gusta creer. En cambio, él estudia una ingeniería. Su papá es dueño de una de las empresas de energía limpias más importantes de la ciudad y se espera que Ricky tome su lugar en un futuro, aunque lo que más le gusta a él son los deportes, incluso tiene una beca deportiva en su escuela, pero para su padre el deporte no es un futuro digno para su hijo aun así lo deja participar en todas las actividades deportivas que él quiera por lo que no es de extrañarse que Ricky tenga un cuerpo atlético que junto con su alta estatura, piel aceitunada y sus ojos color miel lo ayudan mucho con las chicas, aunque, a diferencia de su mamá, mi mejor amigo no es muy expresivo con cosas sentimentales, por lo que rara vez se le ve saliendo con alguien. Él prefiere estar solo.

Ricky inicia un juego, elige un shooter, ya que es algo que a ambos nos gusta, además, escoge la saga por la cual inició nuestra amistad ya hace tanto tiempo.

Jugamos un poco la campaña y al avanzar algunas secciones nos cambiamos al multijugador online, no somos muy buenos, y generalmente tenemos una rutina en la cual culpamos al lag por las veces que nos derrotan, y aunque sabemos que no es cierto nos convencemos de que es así para no sentirnos tan mal de la manera, a veces muy humillante, en la que perdemos.

Han pasado algunas horas, el juego comienza a aburrirnos un poco y tomamos la decisión de mejor ver la televisión. Apagamos la consola, acomodamos los controles encima y cambiamos al cable, Ricky inicia la tarea de buscar entre los más de 900 canales algo interesante que ver. A veces pienso que es algo ridículo cómo contratamos tantos canales cuando realmente ninguna familia, que yo conozca, ve más de 10.

Uno de los canales por el cual pasamos es el de los noticieros locales. Están transmitiendo un reportaje, habla acerque que se localizaron a algunos excursionistas que se encontraban perdidos desde ya hace días en las montañas. Era un tema recurrente últimamente, los excursionistas iban a los bosques que rodean a la ciudad a acampar y por algún motivo ya no regresaban, el misterio y el morbo que rodea tales hechos llaman nuestra atención, al igual que el de mucho, así que decidimos dejar el reportaje.

El periodista nos recuerda las cifras de desaparecidos; hasta ahora eran alrededor de veinte y esta es la primera vez que encuentran a alguien.

Al parecer son dos personas: una pareja. Ambos están heridos, heridas que se clasificaron como rasguños y dentadas por lo que las autoridades y los guardabosques del lugar declararon que lo más probable era que animales salvajes, que aunque sabemos que hay nunca se habían acercado tanto antes cómo para ocasionar problemas, ahora estuvieran merodeando por la zona atacando a los turistas que se adentraban al bosque. Haciendo una toma de los heridos campistas el reportero aclara que la pareja ya está siendo transportada al hospital de la ciudad para que atendieran sus heridas, seguían vivos, pero graves, y se esperaba que una vez que estuvieran mejor pudieran obtener más información sobre lo sucedido y si era posible, tener algún indicio para poder localizar a los demás campistas desaparecidos.

Las autoridades mencionan que a partir de ahora se va a prohibir la entrada a nuevos turistas para evitar más accidentes y que seguirán con la búsqueda de los restantes que aún están desaparecidos.

El reportaje termina y los conductores pasan a dar el pronóstico del tiempo, cosa que no nos interesa ni a Ricky ni a mí, pues los últimos días ha sido siempre lo mismo; mucho calor. Tomo el control del televisor y retomo la tarea de encontrar alguna película que ver, pero no tenemos éxito.

     ¿sabes qué? Al carajo. — Dice Ricardo quitándome el control que usa para iniciar Netflix.

24 DE AGOSTO – 8:00AM

     Voy muy tarde a clase, todo porque no encontraba mi billetera en la mañana al estarme cambiando. Podría irme sin dinero, pero es ahí donde tengo guardada mi tarjeta de identificación, sin ella no puedo entrar a la escuela.

     —No pierdes la cabeza solo porque la tienes pegada al cuerpo, Sam. — Es lo que suele decirme mi madre. Siempre me sucede algo así, aunque me prepare con gran anticipación por algún motivo, estúpido en la mayoría de los casos, llego tarde a casi todas partes.

Desde que pongo un pie en el campus comienzo a trotar para llegar lo más rápido posible a mi clase, en el camino me muevo entre la multitud de gente que hay en la escuela; no es muy complicado con la mayoría, pero hay algunos que bloquean todo el paso o que caminan exageradamente lento, retrasándome más de lo que ya estoy.

Llego al auditorio dónde tengo mi clase y entro casi corriendo. Obvié el hecho que todos mis compañeros se me quedaron viendo al entrar e interrumpir momentáneamente la clase. Busco mi asiento rápido, el número 51 y tomo lugar. Estoy agitado, lo atribuyo a la caminata, pero también sé que estoy avergonzado, pues siento el rostro caliente y mi compañero que está a un lado de mí me dice un sutil ‘’tranquilo’’ al verme.

Fuera de mi interrupción, la clase transcurre con normalidad; una hora de conceptos y casos clínicos que realmente no entiendo del todo.

El profesor da por terminada la clase, pero antes pregunta si alguien tiene alguna duda, como en todas las clases no falta el mismo chico de siempre que tiene duda en algo, que si bien todos tenemos la misma inquietud no todos somos o lo suficientemente valientes para decirla en alto por miedo a que se burlen de nosotros o simplemente tenemos tantas ganas de irnos que no queremos retrasar más el fin de la clase. El profesor le responde su pregunta y al terminar y ver que nadie más tiene algo que decir nos indica que podemos retirarnos. Al instante yo, y todo el auditorio, nos ponemos de pie y nos dirigimos a la salida, pero somos más de trescientas personas en el auditorio y solo puertas, así que normalmente se hace un pequeño embotellamiento humano. Como llegué con prisa no me di cuenta al inicio, pero ahora que estoy más tranquilo noto que han faltado una cantidad considerable de personas a la clase de hoy. Es común que falte gente, siempre falta uno por aquí o por allá, lo más frecuente es porque nos quedamos dormidos ya sea accidental o deliberadamente, pero ahora las ausencias fueron un poco más notorias, lo que sólo sucede cuando se acercan los exámenes, pero ahora no era el caso, aún faltaban semanas para nuestras próximas evaluaciones si mal no recuerdo. Era algo curioso.

Salgo del auditorio y veo a una de mis amigas cerca de uno de los tableros de la universidad. Me acerco a ella y la saludo, así como a las demás personas con las que está hablando, no son amigos míos, pero bueno, hay que tener educación. Al parecer están platicando sobre la falta de uno de nuestros compañeros, amigo de ellos, les pregunto si saben por qué no asistió a clase, no porque me interese, a decir verdad, pero para incluirme en la plática, esperaba que fuera la típica respuesta, que se quedó dormido, pero no es así. Una de las amigas del compañero le había dicho la noche anterior que, cuando iba corriendo por el parque un animal lo atacó, al parecer, era un perro, según esto sí se fue a atender y le dieron los cuidados adecuados a la herida. Pero aún así conforme pasaron las horas se fue sintiendo peor y que ahora al despertar tenía nauseas, alucinaciones, vómito y fiebre.

Bueno, es un perro, posiblemente era callejero y estos cargan con todo tipo de enfermedades, supongo que era de esperarse que se complicara.

Si no fuera por el hecho de que le aplicaron la vacuna contra la rabia cuando lo atendieron estaría preocupado.

Pasan los minutos rápido, el platicar con mis amigos causa siempre ese efecto, pero al ver el reloj digital en mi muñeca veo que es hora de ir al laboratorio así que me despido de ella, acordamos el ir a comer juntos más tarde con los demás y continúo con los deberes de mi día.

Me dirijo hacia el laboratorio de microbiología de la universidad. Ahí es donde ayudo a una doctora, y mi profesora, con su investigación, la doctora Gloria Smith, una mujer de no más de cincuenta años, de estatura mediana y complexión media. A pesar de no ser tan grande de edad, ella prefiere llevar su cabello corto y platinado que, junto con su piel clara y sus eternos lentes de armazón negro, combinan de una manera perfecta con su personalidad: seria y profesional, pero divertida y maternal si así lo desea. Ella es una excelente profesora con una gran preparación que todo profesional de la salud envidiaría; maestría y doctorado en Virología, reconocida internacionalmente y con una cantidad considerable de trabajos científicos publicados, algunos la llaman ‘’La Dama de la Virología del Siglo 21’’ por las grandes aportaciones que ha hecho en el campo, la más notable en los últimos años es el progreso de una vacuna contra el virus de la inmunodeficiencia humana, una enfermedad que ha afectado a millones en los últimos cuarenta años.

Trabajar con ella, aunque sea cómo un simple ayudante, es un gran honor que no muchos tienen la fortuna así que el que me escogiera ya hace años, que viera algo en mí para dejarme aprender de ella, es algo que agradezco día con día.

Paso el resto de la mañana con ella, normalmente le dedico a esto un par de horas al día. Me gusta mucho estar aquí, descubro cosas nuevas a diario y además, estoy muy a gusto con la doctora, al principio ella mantenía su distancia, el rol de maestra y alumno estaba estrictamente establecido, no hablábamos de algo más que no fueran cuestiones de trabajos del laboratorio y cuando me daba alguna que otra tutoría para manejar mejor los químicos y aparatos del lugar, pero conforme pasó el tiempo esa barrera fue cayendo y nuestra relación se volvió más personal, hasta el punto en el que logramos entablar una cierta amistad. Sabe cuándo estoy enojado, estresado o triste y yo sé reconocer, en gran parte de los casos, cuando sucede algo con ella, claro, nunca pregunto de más, aunque tengamos una buena amistad siempre tengo en mente que ante todo es mi maestra. Últimamente la he notado algo rara, desde inicios de mes para ser más específico, ahora es más distanciada e incluso puedo decir que se le ve preocupada, pero ¿de qué? No ha dicho ni una palabra sobre algún tema ajeno a lo que hacemos aquí en la escuela aunque sí es evidente que pasa más horas en su laboratorio privado al punto que me ha dejado a mí con más responsabilidades de su investigación en la escuela, que si bien es un proyecto menor siempre me ha supervisado en cada paso y de un momento a otro pasó de estar detrás de mí diciéndome las cosas paso por paso a ‘’Te he enseñado bien, creo que puedes hacerte cargo de esto.’’, agradezco la confianza, quiero suponer que es porque ella cree que puedo con esto, pero dentro de mí sé que es porque tiene otras cosas más importantes qué hacer, solo me gustaría saber ¿qué es?

La tarde llega rápido, es hora de salir del laboratorio para ir a comer, había quedado ir con mis amigos a la cafetería, ya deben estarme esperando.

Afuera, en la sala común del área de microbiología, la zona asignada del departamento para que podamos pasar el rato ya sea hablando o estudiando, entre otras actividades recreativas, hay compañeros míos de diferentes semestres, por educación, antes de irme saludo a todos. Su plática es como la de otros días, hablan sobre cómo los profesores ponen trabajos a veces innecesarios, cómo algunos dan clases excelentes y cómo otros solamente no nacieron para dar clases, comentan el cuándo son los exámenes y los de semestre más abajo le piden consejo a los de semestres superiores. Cuando estoy a punto de salir de la sala escucho que alguien menciona la mala suerte de algunos de sus compañeros de estar enfermos cuando los exámenes estaban tan cerca para su semestre. Debido a los acontecimientos de la mañana me detengo a terminar de escuchar, pidiéndole a Dios que mis amigos me perdonen el llegar tarde a comer, de nuevo.

Alguien pregunta de qué se habían enfermado y cuando comenzaron a describir los síntomas se me hizo curioso cómo eran tan similares a los que tenía mi compañero. Tengo que admitir que eso sí me preocupó un poco.

25 DE AGOSTO – 3:00 PM

Estoy acostado a un lado de mi madre en su habitación, cuando no tengo que estudiar o no estoy jugando videojuegos esto es lo que más me gusta hacer, es curioso porque no hablamos mucho, no nos preguntamos cómo está el día del otro o si queremos hacer o ver algo, simplemente estamos viendo nuestros celulares, disfrutando la compañía del otro y eso para mí, y estoy seguro que para ella, es un buen tiempo de madre-hijo.

Hoy ella está viendo la televisión mientras yo estoy viendo mis redes sociales, Twitter específicamente. Por algún motivo es la red social más popular entre los alumnos de mi escuela y mi favorita personal.

En mi feed encuentro un video de una chica de algún lugar del país cantando un cover de una película de Disney de una manera impresionante. De inmediato le comparto el video a mi mejor amiga, Madison. Tengo una necesidad patológica de enviarle todos los videos o imágenes que me gustan. Sé que a ella no le interesa tanto, pues tenemos gustos muy distintos, pero, aun así, siempre hace el esfuerzo por parecer emocionada y eso lo aprecio mucho.

Normalmente me responde casi de inmediato, pero hoy se ha tardado inusualmente más de lo normal, aunque bueno, a sus cortos veintitrés años es una mujer ocupada. entre el deporte, principalmente natación, sus proyectos de investigación cómo realidad virtual, entre otros, supongo que es normal que a veces se tarde un poco. ‘’Pareces un novio tóxico’’ a veces me digo a mi mismo.

Para media hora para que me conteste, aunque su mensaje no es nada relacionado con el video que le envíe. En cambio, me dice que está muy preocupada por su roomie. Le pregunto la razón y me escribe que ha estado muy enferma, me describe los síntomas y me sorprendo al leer que son exactamente los mismos que describían los compañeros de nuestra escuela, ya que ella solo va un semestre arriba de mí. La similitud de síntomas entre tantas personas me comienza a inquietar un poco.

Lo único que hago es darle el consejo que envíe a su roomie al hospital a revisarse.

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