Alexander Lee
Yo, un hombre de negocios, con millones en cuenta, estaba frente a un ritual que ni creía. Miraba a Aimunan, todo era porque ella si veía una esperanza.
Ya le había dicho que lo intentaría, y yo soy un hombre de palabra.
Respetaba a los Sacerdotes , incluso mi abuelo me había enseñado a no subestimarlos, pero para estos tiempos ,los rituales ya deberían estar obsoletos.
Como en una película de suspenso, había silencio total. De pronto comenzaron a recitar una especie de oración, para abrir mente y corazón, es lo que iba entendiendo porque todo era en coreano. Aimunan tenía los ojos cerrados, y no parecía no entender, al contrario su semblante era de total entendimiento y aceptación.
De pronto sentí sus manos entrelazarse con las mías, sentí una calma que no tengo palabras cómo describirlo.
Cerré mis ojos porque se sentía una armonía que no conocía.
Todo estaba cerrado, pero aun así podía sentir el soplo del viento. Aquí no había aires acondicionados ni nada