Aimunan
Habíamos pasado una noche hermosa, la vida nos Sonreía a ambos. Por fin nos sentíamos nosotros mismos, pero el destino siempre es impredecible. La mañana había llegado con sus radiantes rayos de sol, el mar infinito con olas calmadas nos daba nuestros buenos días.
Esa mañana recibí una llamada de mi hermano. Mi abuelo estaba mal, en nuestras costumbres es obligatorio que la familia se reúna en acontecimientos importantes, más si se trata de un enfermo con pasos hacia el más allá.
Retornamos a tierra y de una vez nos dirigimos a Seúl desde Ulsan.
En el Aeropuerto de Seúl nos despedimos, nuestros corazones se alejaban sin haberse conocido aún profundamente. Quizás era una prueba más para saber que tan listos estábamos para estar juntos. El prometió alcanzarme dentro de 15 o 20 días. Si no había más inconvenientes nos veríamos dentro de poco.
Mi regreso fue bastante turbulento, de Seúl a Turquía una lluvia que no dejaba ver nada, ese viaje literal fué de locos. Una Mad