— Don Ares, ¡por favor!,¡se lo suplico!—
Grandes lágrimas salían de los ojos de aquel hombre. — Tengo una esposa y dos niños pequeños.
Steven Blair era el mayordomo de la mansión de Ares desde hacía ocho años;se había dejado ganar por la avaricia.
Esa mañana el muy ladino había llamado por teléfono a Don Humberto Parker que era uno de los miembros de las familias de mafiosos más famosos.
— Don,Ares acaba de salir,va en el Mercedes,le coloqué el dispositivo que usted me dio.
Alessandro cuyos pasos de gato no se sentían;escuchaba la conversación.
Marcó al número de teléfono de Ares enseguida y le puso al tanto de la situación.
— Patrón,salga de ese auto de inmediato,le han colocado un dispositivo.
— Ok,no voy a volver a la mansión,trata de mantenerte atento a mi llamada,gracias por avisar compadre.
Ares le ordenó al chófer parar el auto a mitad de la autopista,ambos hombres se escondieron a cierta distancia del lugar.
Un auto negro de vidrios oscuros se paró detrás del Mercedes y abri