Capítulo 6: La Última Conexión

Esa misma noche, sobre el Atlántico.

El jet privado de un socio de Marcus Thorne, prestado como parte del pago por la "metodología de Blake", era una burbuja de lujo silenciosa, Valeria estaba sola en la cabina principal, envuelta en una manta de cachemira, pero ajena al confort, la cabina oscura reflejaba su rostro, una máscara tallada en disciplina.

Había activado su protocolo de desconexión emocional, la Doctora Valeria V. Serrano no tenía familia, no tenía pasado, y no tenía corazón, era una entidad puramente funcional.

Sin embargo, el teléfono satelital, diseñado solo para comunicaciones de emergencia y líneas encriptadas, vibró sobre la mesa auxiliar, el identificador era un simple código: CASA (V. 1990).

Era Sofía, su tía, la única pariente de sangre que quedaba y la única que conocía la verdad sobre el desastre de Veras Consulting y el plan de venganza, la mujer que había vendido hasta su anillo de bodas para asegurar que Valeria tuviera el dinero para sus "estudios de posgrado" en Europa.

Valeria dudó un segundo, era la última conexión que debía cortar, una vez en el radar de Blake, no podía permitirse tener ningún ancla.

Aceptó la llamada.

—Estoy en el aire, Sofía —su voz era baja, neutral, como si informara del tiempo.

La voz de su tía, del otro lado, llegó como un susurro roto y lleno de pánico, luchando contra la estática.

—¡Valeria! ¡Gracias a Dios! Acabo de ver las noticias financieras, hay rumores, todos hablan de una "Doctora Serrano" que está causando revuelo en Wall Street, rechazando ofertas, forzando la mano de los Blake ¡Estás demasiado cerca! ¿Qué estás haciendo? ¡Dijiste que atacarías desde Londres!

La ansiedad de Sofía era palpable, un recordatorio del miedo que había paralizado a su padre en sus últimos días, Valeria cerró los ojos, permitiendo que la imagen del fragmento de mármol sucio se instalara en su mente, era su escudo.

—Estoy ejecutando la fase dos, Sofía, la infiltración, es la única vía.

—¡No, no lo es! ¡Es suicidio! —la tía elevó la voz, la preocupación ahogada en su garganta—. ¡Leonardo Blake te conoce! Si te ve, si reconoce tus ojos, tu rabia, él sabe qué pasó y él es un monstruo, Valeria, no te va a permitir...

—Señorita Veras —la interrumpió Valeria, usando su apellido real con una frialdad intencional que cortó la respiración de su tía— La Valeria que él conoció murió en ese apartamento hace cinco años, murió con la firma que él puso en los papeles de nuestra ruina, la mujer que va a aterrizar en Nueva York es la Doctora Valeria V. Serrano, es una sombra, un fantasma sin pasado.

—¡Pero sus ojos! ¡Tu rabia! —insistió Sofía— Eres incapaz de ocultar tu alma, si pasas tres meses en su oficina, te desmoronarás, te he visto estos años, vives solo para esto.

Valeria sintió el aguijón de la verdad, su tía tocaba la única debilidad que le quedaba: la intensidad de su odio, pero la había entrenado.

—No voy a desmoronarme, Sofía, me he convertido en lo que él es: un depredador sin emoción. Y mi plan es matemáticamente perfecto.

Valeria se levantó y se acercó a la mesa, apoyando las manos en la superficie fría, necesitaba que su tía entendiera la lógica detrás de su locura, la razón por la que arriesgaba todo al acercarse a Blake.

—Escucha atentamente, te lo explicaré por última vez, y no volveremos a hablar de esto —Valeria adoptó el tono de la consultora, el tono que usaba para dar malas noticias a los clientes— Los ataques externos no funcionan, intentamos la demanda por fraude contractual en Nevada, nos aplastó, intentamos la fuga de información a la prensa, la prensa está comprada, Leonardo Blake tiene un muro de contención financiero que es impenetrable desde afuera.

Hizo una pausa, dejando que la cruda realidad se asentara.

—La única debilidad de Blake está en la confianza, él solo confía en su inteligencia y en su control absoluto, si yo lo atacara como Valeria Veras, él vería el golpe venir, pero como la Doctora Serrano, entro en su burbuja de control, seré la persona que gestione sus transacciones, que clasifique sus secretos, que se siente en sus reuniones privadas, yo voy a ser su punto ciego.

—¿Y qué esperas encontrar, Valeria? ¿Una nota pidiendo perdón? ¡Él no tiene corazón! —exclamó Sofía, con la voz ahogada en lágrimas.

—No espero un corazón, Sofía, espero un cabo suelto, en un imperio tan vasto, siempre hay una irregularidad, una traición interna, una cláusula ilegal en un contrato pasado que pueda usarse, yo tengo los tres meses de su contrato, tres meses para encontrar el único botón que, al ser presionado, haga implosionar su castillo, es una carrera contrarreloj, y la proximidad es mi única ventaja.

La determinación de Valeria era una fuerza palpable, una barrera que impedía el paso a cualquier réplica emocional.

—¿Y si te reconoce? ¿Si se da cuenta de la verdad? —preguntó Sofía, su voz ahora un lamento.

—Si me reconoce, Sofía, será demasiado tarde para él, porque en ese momento, ya habré recopilado la información necesaria, y si intenta detenerme, lo hará por la fuerza, y eso será mi prueba ante el mundo, él no es invencible, es solo un hombre que se creyó un dios, y los dioses siempre tienen una debilidad.

El Sacrificio y la Desconexión

La conversación entró en una fase más dolorosa, la de la despedida necesaria, Sofía no podía refutar la lógica implacable de Valeria, pero sí podía llorar por la mujer que se había perdido.

—Mi niña... todo este odio te está consumiendo, tu padre no querría esto, él querría que vivieras.

—Mi padre murió de tristeza, Sofía, murió porque su hija, yo, le dimos a ese hombre las herramientas para robarle su honor, la única forma de que su memoria descanse en paz es destruyendo a Blake y si tengo que sacrificar mi vida para hacerlo, lo haré.

Valeria endureció el tono, preparando el golpe final de la desconexión.

—Y aquí está la parte más importante, Sofía, desde el momento en que entre en la Torre Blake, nuestra comunicación termina, no correos electrónicos, no llamadas, no visitas, borra mi número, borra todos los recuerdos, si Blake descubre alguna conexión, por tenue que sea, te usará para llegar a mí, o peor: te usará para destruirme.

—No... no me pidas eso, Valeria —lloró Sofía.

—Te lo ordeno —Valeria no cedió— Necesito que estés a salvo, necesito que si la misión fracasa, haya alguien que pueda contar la historia, alguien que esté limpio, eres mi única retaguardia, Sofía, no por mis sentimientos, sino por la necesidad estratégica, es una medida de seguridad, no de afecto.

La mentira sobre la falta de afecto era la más cruel de todas, pero también la más efectiva, la pragmática Doctora Serrano no tenía debilidades que proteger.

—Adiós, Sofía, no me busques, cuando la misión termine, yo te buscaré y cuando lo haga, la Consultora Veras estará limpia, si no lo hago... habré perdido.

—Valeria, por favor...

Valeria colgó, apagó el teléfono satelital, desconectando el cable y guardándolo en la caja fuerte del avión, el silencio volvió a caer sobre la cabina, un silencio mucho más profundo y absoluto que antes, había cortado el último hilo que la ataba a su pasado y a la humanidad.

Se sirvió un vaso de agua mineral y bebió lentamente, sus manos estaban firmes, la decisión era irrevocable, la tristeza de Sofía, la preocupación genuina, solo sirvieron para reforzar su convicción: si la gente que amaba iba a estar a salvo, ella tenía que ser la que se pusiera en la boca del lobo.

La Inversión de la Arrogancia

Sacó de su portafolio el fragmento de mármol que había recogido en las ruinas de su antigua empresa. Era áspero, frío y estaba manchado de óxido, lo sostuvo en la palma de su mano.

Este fragmento era la única prueba física de que la humillación y la ruina habían sido reales, era el peso de su juramento.

Valeria recordó la sonrisa de Leonardo en la Sala de Juntas Ejecutiva B, ese destello de arrogancia y dominio, él había esperado que su regreso fuera una humilde solicitud de empleo, una súplica por un segundo acto, él había anticipado que su ira la consumiría, la volvería impulsiva, haciendo que atacara desde fuera, exponiéndose.

Pero él había subestimado el tiempo, él le había dado cinco años, cinco años para estudiar cada uno de sus movimientos, para convertirse en un clon intelectual de su ambición, pero sin su ego.

—Cree que soy una candidata que huye de Gartner, Blake —murmuró Valeria al fragmento de mármol— Cree que mi arrogancia es por el dinero, no sabe que mi arrogancia es la única cosa que me permite enfrentarte sin arrodillarme.

Valeria estaba jugando un juego de inversión de roles, Leonardo había fingido amor para robar su riqueza, ella fingiría ambición profesional para robar sus secretos.

Se puso de pie, su figura erguida y decidida, estaba lista.

El capitán anunció que iniciarían el descenso hacia Nueva York, el brillo de las luces de Manhattan comenzó a aparecer en la ventana, no eran las luces románticas de hace cinco años; eran los faros de una zona de guerra.

La Doctora Valeria V. Serrano cerró el puño sobre el mármol, sintiendo el dolor frío, el miedo y la duda se habían disipado con la llamada de Sofía, había cortado el último lazo con la piedad.

La venganza era un plato que se servía frío, y cinco años la habían convertido en un plato congelado, perfecto para ser consumido.

Mañana, ella sería la asistente de Leonardo Blake y a partir de ese momento, él no tendría paz.

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