Contrato de Amor
Contrato de Amor
Por: Pegazo Negro
capitulo 1

 Dios, estoy sudando tanto que parece que estoy en un horno, además de que tengo la garganta seca y mis manos están temblando, ¿Cómo es que me había metido en semejante lío? ¿En qué momento se nos había ocurrido semejante idea?, ¡¿Y qué demonios decía el juez?!

Ella realmente no sabía en lo que se estaba metiendo, conocía muy poco de la mujer que tenía enfrente suyo. Sin embargo, fue ella misma quien tomó la decisión de meterse en todo este lío por su familia. Todo formaba parte de un plan de ambas para que cada una pudiera conseguir lo que realmente deseaba.

Con la ansiedad a tope en uno de los salones más importantes de la ciudad estaba ella, a punto de tomar una de las decisiones más importantes de su vida. Su determinación y cobardía no compaginaban, a punto de salir corriendo y dejar todo tirado.  

-¿Señorita Collings? ¿Qué responde? -preguntó el juez, un hombre de a finales de los 50 años, con una melena un poco oscura ocultando muy poco los rasgos de su edad. Su mandíbula era ancha y severa. Mostraba una pose un poco dura ante los demás, pero su mirada hacia Morgan ya demostraba un poco de inquietud ante la duda que ella reflejaba.  - ¿Y bien? - me cuestionó irritado.

-Lo lamento es que me he despistado- trato de sonreír, pero ni siquiera logro mover los labios.

-Ya lo imaginaba- gruñe- Bien ponga atención jovencita. Morgan Samantha Collings acepta usted a la señorita Elizabeth Mary Humman como su legítima esposa, para amarla, respetarla, cuidarla en la salud y enfermedad, en la riqueza y pobreza todos los días de su vida hasta que la muerte las separe- repitió todo de nuevo, pero no con la misma emoción que al principio.

La duda seguía en sus ojos, estaba segura de que iba a necesitar más que un solo trago de whisky esa noche, pero aun así tomó valentía para contestar - ¡Sí! - con voz temblorosa logró articular.

Volteó a ver a la que sería su futura esposa, era una mujer muy hermosa - pienso con la locura tragándome por completo - ¡Dios, ella es hermosísima! A mediados de los veinte, sus ojos de color ámbar son iguales a los de una cervatilla, su piel es tan blanca como el marfil y su cabello rubio rojizo ondulado a juego con su bello vestido la tenían hechizada, su sonrisa le resultaba amistosa cuando decidía revelarla, algo que no pasaba con mucha frecuencia. -  Pero a pesar de la belleza que tenía frente a ella el pánico seguía subiendo por su garganta. 

- Sí, ¿qué? - pregunta el juez.

Volteo para enfrentarlo, le veo fijamente, carraspeo un poco para poder hablar- Acepto-digo convencida más para mí que para todos en la sala.

-Bien al fin-suspira el juez- Elizabeth Mary Humman acepta usted a Morgan Samantha Collings como su legítima esposa, para amarla, respetarla, cuidarla en la salud y enfermedad, en la riqueza y pobreza todos los días de su vida, hasta que la muerte las separe- pregunta ha Elizabeth.

-Si acepto- dice sin dudarlo ni un segundo.

Mi corazón palpita como un bombo al escuchar lo siguiente- Por el poder investido en mí, ¡Yo las declaro esposas! -dice por fin sonriendo, se inclina así el frente- ¡Puede besar a su esposa! - me dice. Entonces mi corazón deja de palpitar

Me muevo lentamente como si tuviese miedo de asustar aún oso embravecido, me enfrento a la mirada más tierna del planeta, pero estoy incluso más aterrorizada que antes, tengo la boca seca, ahora estamos a la misma estatura ¡Gracias a Dios por los tacones! Levanta la comisura de su labio en una sonrisa, y yo, deseo correr despavorida gritando como una lunática.

Es Elizabeth quien se acerca, pero soy incapaz de moverme... la veo acercarse y suavemente como para no espantarme más, desliza su brazo por mi hombro, su mano me toma por la nuca para encaminarme, Me dejo guiar por ella y cuando nuestros labios están a un suspiro de tocarse cierro los ojos y hago por lo que me pagaron.

Junto nuestros labios, pero nada más, sin deseo o placer, sin emoción o pasión de ningún tipo, le rodeo con mis brazos la cintura y aprieto su cuerpo contra el mío por los minutos que dura el beso, mantengo cerrado los ojos. Volví abrir los ojos solo cuando estuve completamente segura que había distancia entre ella y yo.

Elizabeth me veía con esos ojos que podían hacer que un hombre se lanzase de un barranco, con esa carita angelical que haría que un rey prendiera fuego a todo su reino por verla, con el semblante de su cuerpo orgulloso y perfecto, ese mismo que condenaría al infierno al mismísimo Zeus si ella lo quería. Esa era Elizabeth Humman una mujer que haría arder al mundo si quería, cualquiera que no la conociera bien, compraría la dulce fachada sin titubear creyéndosela y venerándola por ello, claro hasta que descubriera que Elizabeth Humman era el demonio mismo y personificado a la perfección, arrogante, pretenciosa, caprichosa, calculadora, fría, astuta, controladora y lo peor de todo increíblemente hermosa.

Elizabeth Humman era el nombre de la condenación.

En la sala solo se escuchaban los aplausos de los presentes, aunque el ambiente no era lo que esperaban para una boda, su aspecto un poco fúnebre hacía que Morgan desconfiara un poco más de la gente rica. 

-¡Felicidades Morg lo tengo que admitir, jamás nos imaginamos esto!-una pesada mano cae sobre mi hombro interrumpiendo mi análisis de Elizabeth, me hace girar como trompo y el gorila me cae encima abrazándome por los brazos y levantándome del suelo- ¡Casi me creí la historia de que terminarías por convertirte en una vieja cascarrabias!- Tony me suelta dejándome caer el golpe contra el suelo me saca de balance, pero él rodea mi cuello con unos de sus inmensos brazos y vuelve abrazarme- Vamos pequeña escúpelo ¿Cómo lo has logrado?- suelta una carcajada que resuena por toda la habitación.

Cada persona en el lugar nos observa algunos hasta con cara de espanto, pero no importa Tony era un gigante de goma, el tipo era grande pero manso como un caniche, y Tony era mi mejor amigo desde que tenía uso de razón y es muy lógico nuestras madres se conocían desde pequeñas, crecieron juntas e incluso se casaron juntas, por lo tanto, la amistad de Tony y yo iba más allá, somos hermanos, y él es un hermano muy fastidioso.

-Vamos escúpelo peque ¿Cómo has conseguido hacerte de semejante mujer? - vuelve a preguntar con una gran sonrisa en sus labios, me sujeta las mejillas pellizcándolas- ¡Porque tan guapa no eres! - se carcajea jalándome los cachetes.

-Depende los ojos que la miren- interviene la voz más fríamente suave del mundo- Además fue lógicamente ¡suerte! -Elizabeth ya estaba frente a nosotros con una dura mirada que ser disimulaba muy bien en sus ojos, pero yo la podía ver claramente, y no me gustaba como miraba a Tony porque era mi mejor amigo- Arrugas tu traje querida, y aún no nos tomamos las fotos de la ceremonia- me lanza una mirada severa, con una sonrisa en la boca a Tony que me soltó de inmediato.

-De lo que te preocupas quien hará caso a eso, nadie más que tú, ¡querida! - dije secamente.

El rostro de Elizabeth se endureció, pero no perdió ni el encanto o la sonrisa.

-Vamos, peque que tiene razón, no puedes andar allí como una vagabunda en tu propia boda, si tu madre te ve así te ganarás una hostia- reía Tony para calmar las aguas.

-Si tienes razón pequeño Tony- le devolví la sonrisa a mi amigo- venga acompáñame, tengo que hacer algo antes de que mi madre me atrape- le digo, pongo mi atención en Elizabeth, que solo nos veía- vuelvo en cinco minutos- le dije y pase a su lado.

Tony no dijo nada, solo me siguió el paso, incluso cuando entre al baño de mujeres no me dejo, abrí la puerta del primer cubículo y me enterré en el retrete vomitando todo lo que tenía en el estómago que no es mucho porque en la mañana no pude pasar bocado, arcada tras arcada me despojé de todo el contenido de mi pobre estómago.

-Oye, he escuchado historias locas que se dan en las bodas- dice Tony- pero esta- hizo una pausa dramática- es la más extraña.

Me apoyo en la pared y me dejo caer sentada sobre mi culo.

-Bueno, seguro que en las otras bodas nadie sea casado con el diablo- le digo con una risa triste al borde de las lágrimas.

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