8- Enamorada del Pecado.
Alessandro había pasado la mejor noche de su vida hablando con Emma. Él no era precisamente la persona más comunicativa del mundo. Era cerrado y frío. La única manera de que lo vieran hablando era cuando hacía su trabajo.
Y realmente, lo hacía muy bien.
Emma se durmió en el sofá cama que había en la habitación y Cristal llevó sus uniformes de monjas para que ella se vistiera en el hospital. Obviamente, regresar a su casa no era una opción y mucho menos si solo estaba en pijama.
—Siento mucho haberme dormido aquí, pero me alivia mucho verte mejor —él la vió ponerse sus zapatos.
Ya había escondido su hermosa cabellera y su cuerpo ya no le pertenecía al pecado. No pudo sonreír porque le dolía la cara, pero en lo que pudiera, haría alguna broma estúpida para verla sonrojarse.
—¿Vas a desayunar? —ella alzó la cabeza, ante su pregunta.
—Lo haré escondida de Sor María y el padre Antonio. Ya ellos deben venir para acá. Anoche me dijeron que no volveremos a tener alguna comida con ustedes