El veneno de la ambición
El elegante restaurante en el piso más alto del rascacielos Vega Botánica era un santuario de cristal y acero, con vistas que abarcaban las luces parpadeantes de la ciudad. Cuando Ariadna retomara su lugar en la presidencia él ya no sería el amo y señor de ese lugar como se había acostumbrado, por lo que quería disfrutar hasta el último momento. Ese restaurante era el lugar perfecto para una conversación discreta. Carlos jugueteaba con la copa de vino tinto, observando a Lyra al otro lado de la mesa. La luz de la luna se reflejaba en sus ojos, dándoles un brillo frío y calculador. Lyra no tocaba su copa; su atención estaba enteramente en su socio.
—Elías es un eslabón débil —dijo Carlos con una sonrisa mordaz—. Ha dejado que la plaga lo consuma. No tiene la fuerza para ser un verdadero alfa.
Lyra se inclinó hacia delante, su voz era un susurro que no lograba ocultar la obsesión.
—La plaga es solo una prueba. Una purificación. Elías es un diamante en bruto, Ca