El peso de la verdad
El aire del hospital estaba cargado con el olor a desinfectante y desesperación. Ariadna se encontraba en la sala de espera, su mente era un torbellino de emociones. La confesión de su madre había roto el mundo en el que creía vivir. No había una traición que perdonar, sino un sacrificio que lamentar. La culpa, que antes le había parecido tan lejana, ahora le pesaba en el pecho. Su tía Isabella, la hermana menor de su madre, se sentó a su lado, colocando una mano suave sobre su hombro. Siempre había sido la voz de la razón en la familia, la que mediaba en los conflictos y la que mantenía la calma en la tormenta.
—¿Cómo está? —preguntó Ariadna con un hilo de voz, sin apartar la mirada de la puerta que conducía a la habitación de su madre.
—Están haciéndole unos exámenes, Arie. Trata de mantener la calma. Lo que sea que te haya dicho… tiene una explicación. Tu madre ha pasado por mucho —dijo Isabella, su voz era tan suave como la brisa de verano.
Ariadna se volteó p