El Espejo Roto
La luz tenue del apartamento de Elías no hacía justicia a la oscuridad que lo invadía. Se había quedado solo, el eco de las palabras de Kian resonando en su mente. La plaga, el dolor en su hombro, la traición. Todo se sentía como una pesadilla de la que no podía despertar. Elías se sentó en el sofá, cerrando los ojos. Su mente era un torbellino de ira y desesperación. Había fallado. Había fallado en proteger a Ariadna, en mantenerla a salvo. Y ahora, ella creía que él era un traidor.
La puerta se abrió y una voz suave rompió el silencio.
—¿Te dejo solo? —Lyra entró, su rostro era una máscara de preocupación forzada. Llevaba un vestido de seda de color esmeralda que resaltaba el color de sus ojos. Se acercó a Elías y se sentó a su lado, intentando tomar su mano.
—Déjame en paz, Lyra. —Elías apartó su mano, su voz era un gruñido.
—Elías, lo sé todo. Sé que Kian te traicionó. Sé que la plaga ha comenzado a manifestarse en tu cuerpo…
—Y sé que tú no estás aquí para consolar