Pensaba que Francisco ya se habría ido, con su mujer, a su casa tranquila de la villa, lejos de los juegos de azar, el opio, el laudano y las damas de compañía de ciudad.
- Buenas tardes señor. Veo la ha regresado- otra vez Lucia se colgó del brazo de Francisco.
- Él es mi invitado, Lucia- La voz de Constanza regresó de la cocina, justo a tiempo. Francisco miró como los ojos negros de la chica se abrieron ante el terror.
- Lo siento Madame - liberó el brazo de Francisco antes de bajar la cabeza, en su voz se podía notar un temblor anomalo.
- No te preocupes, Lucia verdad? - dijo Francisco mientras le sonreía.
- Amm....am...- balbuceó examinando la expreción de Constanza antes de responder- Si, señor, un placer conocerlo- hizo una reverencia antes de intentar retirarse pero Francisco quería aprovechar ese encuentro.
- Imagino que la Madame no trae muchos hombres como sus invitados verdad? - sonrió, había aprendido como entablar una conversacion y manejarla a su favor.
- No señor