La rosa roja, la más romántica - dijo Noelia mientras se acercaba a ella con una sonrisa como si hubiera salido victoriosa de una batalla. - Federico estará bien aquí, y mi marido ya no importa, ahora está demaciado ocupado con sus negocios, finalmente podemos estar juntas, ven conmigo, una cocinera será la escusa perfecta.
-Federico? - Elizabeth la miró confundida.- nunca te hablé de él
Federico se había quedado con una sirvienta para que no estuviera en el medio de las discusiones de adultos. Nunca lo había visto, nunca lo había sentido mencionar. Entonces porque? Porque sabía de ese pequeño?
-Am...si, claro que lo hiciste...- dudó, sus orejas ahora eran del color de unas cerezas.
-No, no lo hice, como sabes el nombre de mi hijo? - Elizabeth se uso la defensiva como una leona qué debe proteger a su cachorro indefenso.
-Yo......yo...- Noelia dejó caer la sonrisa, despacio se convirtió en una arruga de preocupación en su frente. - Cuando me casé y tus padres murieron, nunca dejé