Maddison

No he podido cerrar los ojos en toda la noche. El reloj marca las tres y media de la madrugada, y aunque el silencio de mi casa debería ser reconfortante, ahora se siente como un grito sordo que retumba en mi pecho. No dejo de pensar en el video. Lo he visto una vez, no he podido más. Me revuelvo en la cama imaginando quién lo grabó, en qué momento, por qué… y lo peor es que nada de eso responde la pregunta más dolorosa: ¿fue Derek quien lo grabó?

La sola posibilidad me destroza. No quiero creerlo, no puedo, Derek jamás haría algo así, o eso quiero pensar. Pero entonces, ¿por qué existe ese video en primer lugar? ¿Por qué Andrew tenía el video desde antes de la boda y nunca me dijo nada? Las piezas no encajan, todo está cubierto por una neblina espesa que no me deja pensar con claridad, y lo único que tengo es la certeza de que alguien, tal vez más de uno, está jugando con nuestras vidas.

Por la mañana, cuando apenas estoy terminando de recoger los restos de una noche en vela