CAPÍTULO 34: VISITAS INDESEADAS
Maddison
—¿Tía Eleanor? —susurro, todavía sin terminar de procesar que realmente está aquí, en carne y hueso, parada frente a mi puerta como si no hubieran pasado años desde la última vez que cruzamos palabra. Tiene ese mismo peinado tirante que le estira los pómulos, los labios apretados en una línea crítica y los ojos rasgados, que me examinan como si pudiera descomponerme en partículas miserables con solo observarme el tiempo suficiente.
—Hola, Maddison —dice, y su voz suena tan seca como la recuerdo. Lleva un bolso grande colgado del hombro, demasiado abultado para un simple paseo. No me cuesta imaginar a lo que viene.
Claire se asoma por el pasillo y al verla, su ceja se arquea en una expresión que mezcla sorpresa con desagrado, se cruza de brazos en silencio.
—¿Qué haces aquí? —le pregunto sin invitarla a pasar.
—Vaya, así que por eso estabas tan desaparecida —dice ella, con una sonrisita venenosa mientras me recorre con la mirada. Su vista se det