CAPÍTULO 11: LO QUE NO SE DICE
Maddison
Han pasado veinticuatro horas desde la visita de ese hombre. He tenido tiempo para pensarlo y ya se ha cumplido el plazo. Tomo la tarjeta con el número y marco… el hombre responde a la primera.
—Puede decirle a la persona que me envió esa propuesta… que se vaya a la mierd4 —digo con la voz firme y sin temblar—. No voy a aceptar absolutamente nada que venga de un chantaje o manipulación. Si tanto le preocupa que Derek esté cerca de mí, entonces que se ocupe de él en lugar de molestarme a mí.
Y cuelgo. Justo así, sin dar oportunidad a una respuesta.
Mi corazón late desbocado, como si quisiera salirse por la garganta, pero por primera vez en mucho tiempo, me siento poderosa y en control.
Sonrío sola. Una sonrisa pequeña, pero honesta.
Me visto con calma, elijo un vestido suelto de flores, me recojo el cabello en una trenza desordenada y salgo. Voy camino a la veterinaria a visitar al perrito que salvamos. A mi perrito, porque sí, creo que ya lo dec