CAPÍTULO 11: LO QUE NO SE DICEMaddisonHan pasado veinticuatro horas desde la visita de ese hombre. He tenido tiempo para pensarlo y ya se ha cumplido el plazo. Tomo la tarjeta con el número y marco… el hombre responde a la primera.—Puede decirle a la persona que me envió esa propuesta… que se vaya a la mierd4 —digo con la voz firme y sin temblar—. No voy a aceptar absolutamente nada que venga de un chantaje o manipulación. Si tanto le preocupa que Derek esté cerca de mí, entonces que se ocupe de él en lugar de molestarme a mí.Y cuelgo. Justo así, sin dar oportunidad a una respuesta.Mi corazón late desbocado, como si quisiera salirse por la garganta, pero por primera vez en mucho tiempo, me siento poderosa y en control.Sonrío sola. Una sonrisa pequeña, pero honesta.Me visto con calma, elijo un vestido suelto de flores, me recojo el cabello en una trenza desordenada y salgo. Voy camino a la veterinaria a visitar al perrito que salvamos. A mi perrito, porque sí, creo que ya lo dec
CAPÍTULO 12: MENTIRASDerekLlevo horas dentro del auto, con los vidrios oscuros y la paciencia colgando de un hilo. Desde mi asiento, observo la puerta de la clínica donde estoy viendo a Maddison junto al medicucho de quita ese. Ella entra con lentitud, con esa forma de caminar que mezcla inseguridad y dulzura. Lleva un vestido suelto y una chaqueta ligera. Maddison Evans… es mi mayor adicción y mi mayor error.No debería estar aquí.Vanessa me llama cada media hora con el mismo tono de reproche, pero no me importa, porque sé que algo no encaja. Maddison huyó de la ciudad sin una palabra y ahora, de la nada, aparece con una barriga en crecimiento que asegura que es de otro.Pero la conozco, sé que ella está enamorada de mí aunque yo no pueda corresponderle como quiere, es mía, y si existe una mínima posibilidad de que ese hijo sea mío, no puedo dejarlo pasar.Espero a que ella y ese veterinario salgan juntos. Ese tipo… siempre tan cerca. Algo en él me molesta más de lo que quiero adm
CAPÍTULO 13: LA ADVERTENCIAAndrewObservo desde la ventana con los puños apretados, me di cuenta de que Maddison se estaba demorando demasiado en sacar la basura y ahora veo por qué. Derek Kingsley está aquí, y no solo eso, sino que está demasiado cerca de ella sintiéndose dueño de un lugar que ya no le pertenece.Ella está contra la pared, él la acorrala. Le habla con intensidad, con una arrogancia fría que huele a poder y a manipulación. Mi mandíbula se tensa. No soporto la manera en que la mira, ni la forma en que ella tiembla.Entonces doy un paso atrás, tomo aire… y salgo por la puerta sin pensarlo dos veces.Mis botas pisan la grava con fuerza y cuando llego a ellos, la escena me corta el aliento: él está a centímetros de besarla.—¡Eh! ¡Apártate de ella!Ella gira la cabeza, sorprendida. Sus ojos se abren como si el mundo volviera a respirar. Derek me mira molesto. Su ceño se frunce como si alguien hubiera osado interrumpir su obra maestra.Me coloco entre los dos sin pedir pe
CAPÍTULO 14: DAMA DE HIELOVanessaHe regresado a mi penthouse en Beverly Hills. El viaje a Oregon fue corto y no necesitaba pasar ni un segundo más ahí para saber todo lo que está pasando.Maddison Evans, la exasistente ejecutiva de mi marido. Una mujer que hasta hace poco era un cero a la izquierda, alguien que me era totalmente indiferente.De hecho, ni siquiera me había dado cuenta de que Derek cambió de asistente, de no ser por lo que ocurre ahora. Debo admitir que se lo tenía muy bien guardado. Quién sabe desde cuándo son amantes, pero la pobre tonta se fue, seguramente cuando se enteró de la boda.Lo que no entiendo aun es por qué mi querido esposito sigue tras ella como un asqueroso perro faldero. Si es por ese bastardo que espera… las cosas no van a terminar bien… para ellos, por supuesto.Estoy sentada en el borde de la cama, con una copa de vino tinto entre los dedos y la pantalla del celular aún iluminada. Acabo de colgar una llamada interesante. El mundo puede ser un pequ
CAPÍTULO 15: ULTIMATUMDerekEl teléfono vibra sobre la mesa mientras estoy sentado en el balcón del hotel, viendo cómo la luz del atardecer se funde con el océano. El número que aparece en la pantalla hace que un nudo se forme en mi estómago. Gregory Beaumont.Contesto sin emoción.—Gregory —saludo.—Tenemos que hablar —dice con ese tono de voz que es una mezcla perfecta entre amenaza y cortesía falsa—. Mañana a primera hora en mi oficina.Cuelga sin darme opción a discutir. Así es él. Siempre moviendo las piezas del ajedrez con la certeza de que todos a su alrededor son peones. Me quedo inmóvil por un momento, no necesito preguntar de qué se trata. Si Gregory me llama, es porque ya sabe algo. Algo que no debía saber.Me levanto de golpe, furioso. Camino de un lado a otro en la habitación, como una fiera encerrada. Maldita sea.Maddison tendrá que esperar.**Al día siguiente, bajo del jet privado en California con la mandíbula apretada. El aire aquí huele a poder, a negocios, a hipo
CAPÍTULO 16: DESCONFIANZAMaddisonNo he sabido nada de Derek desde ayer.Ni un mensaje, ni una llamada. Ni siquiera un emoji estúpido de esos que manda cuando está ocupado pero quiere que sepa que piensa en mí.Y eso me está matando.Me doy vuelta en la cama por enésima vez, abrazando la almohada contra el pecho. El celular está junto a mí, la pantalla se ve negra, muda, indiferente. Le he escrito tres veces, una de esas veces incluía un “¿todo bien?” con un corazón al final. El tipo de mensaje que normalmente bastaba para que me respondiera con algo como: “Sí, mi niña. Te extraño.”Pero nunca termino de enviar ninguno.—Vamos Maddison, no seas tan patética, ten un poco de amor propio —me digo a mí misma.Un par de minutos después, Andrew llega a casa junto al pequeño perrito que decidí adoptar. No conforme con que seré madre soltera, adopto otra pequeña criatura que dependerá de mí. Pero bueno, siempre he pensado que me gusta lo difícil.—Gracias por traerlo —le digo con una sonrisa
MaddisonLas luces del hospital me resultan más frías de lo normal. No es por el aire acondicionado, ni por los pisos impecables o por las paredes impersonalmente blancas, sino por la sensación de vulnerabilidad que se cuela por cada poro de mi cuerpo mientras estoy recostada en esa camilla, con Andrew a mi lado y la incertidumbre latiéndome en las sienes. Los médicos han dicho que no es nada grave, solo contracciones falsas provocadas por el estrés, y que debo mantenerme tranquila, evitar emociones fuertes y no forzar mi cuerpo. Me reí al escuchar eso, claro, como si fuese fácil mantener la calma cuando siento que mi vida entera es un campo minado.Andrew está serio, demasiado. No dice mucho, pero su presencia me reconforta. Me sostiene la mano cuando los médicos se van, me acomoda la manta sobre el vientre con suavidad y me observa como si estuviera a punto de quebrarme.—Vas a tener que seguir mis instrucciones al pie de la letra, ¿me oíste? —dice, mientras salimos del hospital—. N
MaddisonHa pasado casi una semana desde el susto. He seguido todas las indicaciones del médico al pie de la letra: descanso, alimentación saludable, nada de estrés —aunque eso sea casi una broma— y mucha, muchísima calma. Andrew me ha cuidado como si fuera de cristal, y Claire se ha quedado conmigo, ayudándome en todo, desde cocinar hasta acompañarme a mis chequeos. Me siento un poco mimada, no lo voy a negar, pero también aliviada de no estar sola.El bebé está bien. Lo sé porque cada vez que me acaricio el vientre, siento ese leve movimiento, como si tratara de decirme que está ahí, que me necesita fuerte. Y yo lo intento Por él, por mí y por todo lo que viene. Aun no sé si es niña o niño, pero a mí me gusta pensar que es un pequeño varoncito.Volví a trabajar en la cafetería hace un par de días. Solo media jornada, nada exigente. El ambiente es tranquilo, y estar ocupada me ayuda a no pensar tanto en Derek, en todo lo que se rompió, lo que duele más de lo que debería.Desde que An