Los ojos de Adam se mantienen abiertos, completamente expectantes ante el rostro que seguramente el conoce como la palma de su mano.
Su pelo rubio se mueve al compás del viento mientras nos observa tan detenidamente como nosotros a ella
–No recordaba que fuera tan hermosa, pero lo es – Su cara redondeada, nariz perfilada, ojos azules y su boca tan roja como un cerezo hacen que sienta que no tengo nada especial y que puede opacarme.
-Ana...
El sonido de su nombre en sus labios hace que mi corazón se rompa en mil pedazos.
El cuerpo de Ana se mueve ágilmente hacia nosotros, como si tuviera miedo de ser vista y se para frente a la ventanilla de Adam, a lo que esté la baja de inmediato.
-Hola Adam.
Adam no dice nada, sólo se limita a mirarla con anhelo, mientras ella lo ve con una liga de miedo y afecto que jamás había visto en mi vida. Y en ese momento soy consciente de que soy una intrusa entre el encuentro de dos enamorados.
No debería de estar aquí, no debería de estar viendo