 Mundo ficciónIniciar sesión
Mundo ficciónIniciar sesiónResoplo enojada como los mil demonios y miro mi reloj para ver que son las diez de la noche; exactamente tres horas más tarde de la que se supone que debía de esperar a Adam. Le pregunte a mi madre si había acordado a esa hora y esta me confirmo con un leve asentimiento de cabeza a modo de disculpa y completo con la linda frase:
"Los hombres son así, hija, impuntuales" Me dieron ganas de saltarle encima. A ver, ¿por qué tengo yo que aguantarle que me deje esperando? ¿Por que es hombre? Hasta donde se las mujeres somos las que ponemos a aguardar a los hombres para las salidas, en las tiendas e incluso en el mismísimo altar. No quiero decir con esto que lo haría a posta, a nadie haría sentar durante horas vestido y con hambre por puro gusto, esas son cosas que se hacen adrede cuando viene de un hombre sin compromisos fijos y más si está siendo obligado a casarse con una tía que probablemente no le guste – Vuelvo a mirar mi reloj con impaciencia y peino mi pelo sobre mi hombro pensando en lo desagradable que se debe de ver Adam en el asiento de su auto riéndose de mí por tenerme aquí plantada como una idiota. Cambio la pierna cruzada que tenía desde hace unos minutos por la otra y aprieto mis puños – Tenía mucho tiempo sin sentirme así de enfadada. Si no fuera por mi madre estuviera acostada en mi cama leyendo el último capítulo del libro que Claudia no paraba de interrumpir esta tarde – Miro por última vez la hora y veo como marca las diez y media de la noche. ¡Se acabó! No voy a ningún lado con ese imbécil. Me dispongo a parar del sillón para regresar a mi cuarto y quitarme la ropa de salida. Pero en el momento en que estoy subiendo las escaleras suena el timbre de la casa y mi madre sale disparada hasta la puerta enviándome una mirada de advertencia. Quiero subir la escalera y no hacer caso a sus críticos ojos, pero no puedo evitar quedarme trabada en mi lugar y ver aparecer detrás de la enorme puerta de entrada a Adam vestido con unos jeans y t-shirt negro como si estuviera de luto. Le hubiese funcionado mejor usar ropa deportiva. -¡Adam! Hola querido, luces realmente apuesto. Es todo lo que puedo escuchar antes de rodar los ojos y bajar las escaleras para encontrarme con el esperpento que me hizo esperar durante horas. -¿Como están tus padres? -Si mamá luego le preguntas por el clima también. Vamonos que muero de hambre. Las palabras salen como carretillas de mi boca mientras cruzo por el lado del castaño para pasar la puerta y subirme en su auto. Ya dentro de el veo como Adam abre la puerta y se introduce en el asiento del piloto. -¡Por supuesto! ve con toda la confianza del mundo. Mi auto es tu auto. ¿En serio se atreve a tratarme con esta actitud ? Junto mis cejas notablemente y siento como mis mejillas enrojecen del enojo. "Lo caradura que ha resultado" -Enciende el puto auto y cállate. Adam me mira con asombro, para ser sincera yo también estoy sorprendida de mi reacción. Creo que dirá algo, pero en vez de eso se limita a encender el motor con una sonrisa burlona en el rostro, sacarnos de mi casa y embarcarnos en un viaje silencioso que ninguno de los dos quiere romper. Tengo que calmarme, pero es que no puedo dejar este hombre me pisotee. Sería como acostumbrarlo a maltratarme y ya bastante e doblegado mi voluntad aquí. ¿Que hago? ¿Permito que se comporte como el primer día de conocernos? Respiro dos veces y decido dejar mi orgullo de lado. "Una salida no hará daño a nadie" Vuelvo a decirme para relajarme. -¿A dónde vamos? Pregunto de la manera más amable que me permito en este momento. -No tengo idea. Retiro mi vista del frente y lo miro con una ceja elevada. -¿Por qué no me sorprende que no hayas hecho ninguna reservación? -Si tanto querías esta salida, muñequita, la hubieses hecho tu. -Estas de coña ¿no? El que me mira con una ceja levantada ahora es él, parece que le causa gracia lo que está pasando, pero a mí no me está dando nada de risa su estúpido comportamiento. -No suelo bromear mucho. Mis ojos se salen de órbita. Está siendo un patán nuevamente y yo estoy llegando a mi límite. Es un falta de respeto, un inmaduro, un canalla y... ¡¿Como demonios me ha llamado?! -Para el auto. -¿Qué? Dice el con incredibilidad. -¡Que pares el maldito auto Adam! Grito con impaciencia y en seguida detiene el vehículo. Sin más que pensar me bajo dando un portazo y comienzo a caminar en la calle desierta. No pienso aguantar esto más. Una lágrima corre por mi mejilla. -¡He! Lo escucho llamarme, pero en vez de parar de caminar lo hago más de prisa. Cuando pienso que se ha cansado y que simplemente se ira dejándome de una buena vez en paz siento unos pasos cerca, seguido de una fuerte mano tomar mi brazo lanzándome atrás. Cierro los ojos por el rápido movimiento y cuando los abro me doy cuenta de que estoy pegada a su cálido pecho. El rostro de Adam está tan cerca del mío que puedo sentir su respiración rozando mi mejilla enviando un fuerte corrientoso por todo mi cuerpo. Nuestros labios se encuentran a centímetros de tocarse. -¿A dónde crees que vas muñequita? -A casa. Puedo escuchar los latidos de mi corazón retumbar en mis oídos. Tenerlo tan cerca me pone nerviosa, nunca había sentido deseos de que un chico me besara. Pero con él es diferente, deseo pasar mis dedos entre su hermoso pelo mientras siento sus labios sobre los mío. No, espera, ¡¿pero que me pasa?! Desde que conozco a este hombre solo se ha empeñado en tratarme como la m****a por algo, que hasta donde yo sé, no es mi culpa. Me remuevo bruscamente en sus brazos para soltarme de su agarre y continuo mi camino, pero antes de seguir avanzando su mano vuelve a apoderarse de mi brazo, solo que antes de que se atreviera a cogerme nuevamente lo sacudo con todas mis fuerzas. -¿Estás loca? No puedes regresar a tu casa sola. Estas demasiado lejos. -Pensaba llegar a una calle más traficada y conseguir un taxi. -Bien, haz lo que quieras. Ahora el que se voltea es él, mientras yo solo observo con impotencia sus anchos hombros alejarse y siento como mis lágrimas queman mis ojos hasta que se deslizan por mi mejilla sin control. Jamás había sido tan humillada. -¿Sabes qué? Vete a la m****a. Adam se voltea y me mira con furia. -¿Qué me vaya a la m****a? – Se acerca a mí y pone su rostro tan cerca como hace un rato del mío – tú eres la que se puede ir a la m****a, con toda y tu maldita desesperación por casarte con un hombre adinerado para asegurar tu vida de porquería. Me lleno de una intensa rabia y como poseída mi mano se eleva y se estampa en su pómulo derecho. ¡Sí! Tenía rato queriendo hacer eso y se sintió realmente bien. -¡Eres un idiota! – Grito a todo pulmón – ¿crees que eres el único que está atrapado aquí? Yo tampoco quiero estar contigo, no me provoca casarme con un idiota que solo es capaz de pensar en sí mismo como el animal disparatado y egocéntrico que es. ¡Tú! ¡Miserable hijo de puta! Me importa un carajo el dinero que tengas. No tienes ningún derecho de tratarme así. No te permito... Iba a continuar con mi letanía hasta que sentí sus labios sobre los míos. Adam me besa de manera exigente, esperando a que le responda y no tardo en hacerlo. No tengo idea de lo que estoy haciendo solo me dejo llevar, accediendo a sus mandatos y permito que me bese con furia, con pasión. Mi boca junto a la suya se mueve en sincronía, pasó mis manos por su pelo, cumpliendo mi fantasía anterior a lo que él pega mi cintura a la suya de manera posesiva. Después de unos segundos nos separamos por falta de aire, abro los ojos y veo los suyos de un azul claro que no había notado hasta ahora. Pasa sus dedos por mi rostro secando mis lágrimas, baja su mano y toma la mía. -No vuelvas a pegarme – Me dice aún con sus labios cerca de los míos – Yo te llevo a casa. Asiento con la cabeza hipnotizada por su aroma sin poder objetar. ¡Me ha besado! Y Dios sabe que tenía razón al pensar en que es un excelente besador. Aunque, no tengo con que comparar, pero dudo mucho que otro hombre pueda besar de esta manera. Me subo en su auto, nuevamente se hace el silencio y así llegamos al gran portón de mi casa, cada uno metido en sus pensamientos. Al encontrarnos en la lujosa entrada de mi hogar prácticamente me tiro del vehículo para ponerme a buscar mis llaves en mi bolso mientras él se queda esperando. La idea de bajarme rápido era que se fuera, pero el universo debe de estar en contra mía y es lo que hace que aún no arranque el auto y se quede observándome como un tiburón a su presa desde el volante. Resoplo fuerte cansada de la situación, deseando volverme insensible para que mis dedos dejen de moverse nerviosos sin conseguir entrar la llave en el picaporte. A cada rato miro de reojo hacia Adam sin encontrar cambio alguno en su postura – Supongo que está siendo un poco caballero y se está asegurando de que llegue bien a casa. Un "crack" me indica que ya puedo darle vuelta a la perilla para poder entrar, y así lo hago aliviada de poder llegar y refugiarme en mi habitación para preguntarme con mayor detenimiento qué demonios ha pasado esta noche. Pienso que después de tener la puerta abierta terminara de irse, sin embargo baja el cristal y asoma la cabeza. Sus labios se encuentran curvados en una tentadora sonrisa que hace que mis piernas tiemblen sin control. -Gracias por traerme a casa. El castaño de ojos azules vuelve a sonreír. -Me alegro de que tengas carácter Keyla. Mi boca cae abierta ligeramente queriendo decir algo ocurrente o suspicaz, pero nada sale de ella. ¿A que ha venido eso? Lo único que mi cerebro logra demandar es agrandar una sonrisa en mi cara y poner una de mis manos en el aire en forma de saludo esperando a que termine de marcharse con eso, lo cual funciona, pues dentro de unos segundos me encuentro observando las luces traseras de su coche alejándose cada vez más del portón de mi casa. Suspiro nuevamente y colocó ambas manos en mi cabeza. No puedo creer que Adam Hamilton haya sido mi primer beso.








