Más que una visita

Abro mis ojos y lo primero que hago es recordar lo que paso anoche – Una sonrisa se apodera de mi cara sin que pueda evitarlo – Cielos santos, Adam si que sabe lo que hace.

No sé porqué me habrá besado, solo sé que me hizo sentir como si hubiese estado en el paraíso durante esos segundos.

Acomodo mi cabeza en la almohada mientras mentalmente le doy gracias a Dios de que hoy sea sábado, el único día de la semana en el que puedo pasarme toda la mañana haciendo nada; Si hubiese sido día de escuela estuviera metida en problemas, apenas pude dormir después de lo que pasó – Poso un par de dedos en mis labios recordando el suave contacto de los de Adam sobre los míos y sonrío como tonta – Aún tengo la sensación de la boca carnosa de Adam aplastando la mía, es como si con ella me hubiese marcado permanentemente.

¿Como un simple desconocido me pudo hacer sentir así?

Me siento sobre la cama y busco el libro que ayer había dejado sobre la mesita de noche e intento iniciar mi lectura, pero a cada momento la imagen de mis personajes se ven distorsionadas por la mía y la del castaño besándonos apasionadamente bajo la luz de la luna como si de una película se tratara, así que decido dejarlo para más tarde y hacer un poco de yoga.

Tras un par de horas estando encerrada en mi habitación decido bajar a la primera planta de mi casa para llegar hasta la cocina y voy directo donde mi madre se encuentra lavando unas raíces de narcisos con sus guantes de jardinería. Me río al verla con su ridiculo sombrero rosa que la cubre del sol y la abrazo por la espalda.

-Buenos días que el sol brilla.

Mi madre sonríe de manera dulce y besa mi frente.

-Buenos días cariño.

Deshago el abrazo, me siento en la encimera y espero a que se prepare para venir a compartir conmigo mientras desayuno como es de costumbre en nuestros fines de semanas. Cuando esta lista para hacer nuestra rutina se sienta junto a mí y acerca los wuafles.

Amo estos días, son los únicos en los que ella cocina, ya que el ama de llaves está libre. No me quejo de la comida de Matilde, en verdad es buena, pero la de mamá tiene algo especial.

-Debo de asumir por tu cara de boba que te fue bien con Adam anoche.

-No exactamente.

Y no estoy mintiendo, la salida con Adam no fue la típica cita adolescente donde se va al cine y se toma de la mano tímidamente a tu compañero. Fue más bien como una pequeña vuelta, donde hubo gritos, golpes y un beso.

Mi madre sonríe omitiendo lo que dije.

-Sabía que te iba a gustar, ¡si el muchacho es bien guapo! ¿Has visto ese cuerpo?

-¡Mamá!

Siento como mis mejillas se calientan.

¿Cómo puede hablar así? Ella le dobla la edad.

-¿Que? Ni que fuera ciega.

Tapo mis ojos con vergüenza y río un poco para luego posar mi cabeza sobre mis manos con la misma sonrisa con la que me he levantado hoy.

-No importa lo guapo que me parezca, todo indica que nos llevaremos como perros y gatos.

-Bueno, cariño, ya sabes lo que dicen, entre el amor y el odio solo hay un paso.

Ignoro lo que dice y comienzo a comer mi desayuno en silencio. Se siente extraño hablar con ella de estos temas.

-¿Cuando termines ve a cambiarte para salir?

-¿Para donde vamos?

Pregunto aún con un pedazo de wuafle en la boca, mi madre pone su mano bajo mi barbilla para cerrarla seguramente irritada porque hable con ella llena.

-No vamos... tú vas. Tienes que visitar a los Hamilton hoy.

Volteo la cabeza para darle una mejor vista de mi cara y hago un puchero.

-No pongas esa cara, el vino aquí anoche. Lo justo es que vayas tú ahora. Además tienen que pasar juntos el mayor tiempo posible para que se conozcan bien.

-De acuerdo, iré en la tarde.

-No señorita, comerás allá.

-Mamá, yo no quiero comer con los Hamilton. Esas personas no me agrandan.

-Mi niña, tienes que hacerte a la idea de que ellos formaran parte de tu vida. Lo mejor es que empieces a llevarte lo mejor que puedas con tu prometido y tus futuros suegros.

La palabras suegros hace que la comida se me atasque en la garganta y que comience a toser sin control. Mi madre pone una mano sobre mi espalda y me da ligeros toques.

-Anda... que ya estás tarde.

Dice alejándose de la cocina con sus guantes de jardinería por la puerta de atrás para, seguramente, volver a sus labores, a lo que yo ruedo los ojos al aire y me levanto de la silla para ir a cambiarme con las minas ganas de la noche anterior.

***

Un par de horas más tarde estoy llegando a la mansión en la que se dictaminó mi compromiso con Adam.

Dejo mi Audi en la entrada y toco el timbre ignorando el temblor de mis piernas – Solo espero que esto no sea incomodo, no sé cómo me debo de comportar después de lo de ayer. Digo, no es que hayamos tenido sexo, pero apenas conozco el chico y deje que me besara como si fuera completamente normal, cuando apenas nos acabamos de conocer – Al abrirse la puerta vislumbró a la misma sirvienta que nos avisó de la comida aquella vez con una enorme sonrisa.

"Esta muchacha deben de pagarle bien para que se mantenga así de contenta"

-Buenas tarde ¿en qué puedo servirle?

Pregunta con un pequeño tono irritante que hace que me tape un odio de manera disimulada.

-Soy Keyla Clark, vengo por...

-Ah, la prometida del señorito Adam, pase por favor.

Que me haya reconocido tan fácil hace que me quede pasmada durante unos largos segundos, hasta que mi cerebro se da cuenta del ridiculo que estoy haciendo estando parada en el medio de la puerta con rostro pálido y entro a la casa con pies tambaleantes. Miro a mi alrededor y noto que todo tan pulido como la última vez – Paso mi mano por mi brazo para calmar los vellos que se han elevado – Este lugar me da escalofríos.

-El joven Adam está en su cuarto. Si quiere la puedo escoltar.

¡¿A su cuarto?!

Intento esconder la sorpresa que me provocaron esas palabras y oculto mis manos tras la espalda.

-Tranquila señorita Clark, no creo que le moleste que usted vaya a su habitación.

-Claro, llévame entonces. Y por favor, llámame Keyla.

Caminamos juntas por los pulcros pasillos de la segunda planta de la enorme casa – Este lugar es enorme, parece un auténtico palacio – Y al final, después de unas cinco puertas nos detenemos en una negro bastante elegante.

-Hemos llegado. Si me necesita al lado de la cama del joven Adam, en el interruptor para encender la luz, dentro del baño y en la pequeña salita hay un botón negro por el que me puede llamar, dejare lo que estoy haciendo y subiré en seguida señorita Keyla.

Le agradezco a la chica y dejo que se vaya. Llevo mi mano al llavín y le doy vuelta.

Cuando entro al cuarto me quedo asombrada.

Más que una habitación parece un apartamento. Se encuentra decorado con una combinación azul, negra y blanco, además de portar en las ventanas unas cortinas de la más fina tela; los muebles de color negro que llenan el espacio del televisor dan la impresión de ser bastante cómodos.

Esta recamara para hombres es la más hermosa que alguna vez haya vistos.

Salgo de mi ensoñación y me encamino hacia la cama tamaño queen con sabanas de seda. Piso despacio siendo consciente de que quizás podía interrumpir el sueño de Adam. Tropiezo con y un par de zapatos que parecen haber sido lanzados al suelo desesperados y avanzó hasta el sitio que he marcado como objetivo cada vez más intrigada al darme cuenta de que a medida que me voy acercando un fuerte olor a alcohol inunda mis fosas nasales.

Termino de llagar hasta donde esta y ...

¡Joder!...

Ahí esta él vuelto un desastre, sin camisa y el rostro marcado por lágrimas. Parece que anoche estuvo llorando.

Preocupada trepo rápidamente en la cama y comienzo a moverlo. Creí que se despertaria en el momento en el que lo tocara, pero no lo hizo, lo cual me preocupa aun mas.

Miro por todos lados algo que pueda servirme para despertarlo y lo único que hago es encontrarme con una botella de Vodka tirada en el suelo.

– Bueno niño bonito, si algo he aprendido es que a veces hay que usar la fuerza bruta – Me subo a ahorcadas sobre él y con todas mis fuerzas le pego una cachetada.

En el momento en que lo hago Adam despierta exaltado, toma mi mano y me da la vuelta dejándome debajo de él en una posición bastante comprometedora. Observo sus azules ojos y al instante sé que no está lucido.

Intento moverme pero tiene mis brazos aprisionados con una de sus manos, me doy cuenta de la situación en la que me encuentro y comienzo a sentir miedo mientras él solo escudriña mi rostro.

Dios mío...

¿ahora que hago?

Inútilmente comienzo a buscar opciones en mi cabeza para salir de este aprieto, hasta que de un momento a otro recuerdo el botón de la mucama.

Desesperada miro nuevamente a todos lados y me lamento al notar que está demasiado lejos de mí.

"Bien, siguiente plan"

-Adam, suéltame por favor.

-Eres tan bonita.

Casi no entiendo sus palabras, pero logro hacerlo mi miedo se disipa y comienzo a sentir algo diferente.

Mi corazón se acelera junto a mi respiración. Adam corta la poca distancia que nos separa y vuelve a besarme, pero esta vez no como anoche. Este beso es lento, lleno de erotismo y lujuria. Libera mis manos y soy feliz, porque ahora soy capaz de pasar mis dedos por su pelo. Él se pega más a mí y yo envuelvo mis piernas en su cintura. Me olvido por completo del sabor a alcohol con el que su aliento me está rosando.

En este momento no soy consciente de nada, solo del dorso desnudo de Adam sobre el mío. Con leve movimiento empieza a tocarme. Pasa sus manos por mi brazo y llega al borde de mi camiseta. Estoy segura de que si se tratara de otra persona estaría gritando e intentando alejarlo, pero no, a él lo quiero lo más cerca posible. Mete su mano debajo de mi blusa y con sus dedos recorre mi estómago desnudo.

Un pequeño jadeo sale de mi boca y al parecer a él le gusta pues su toque se vuelve más intento. Sube hasta mi pecho izquierdo y lo masajea pausadamente.

¡Madre mía!

Nunca me había sentido así.

Cierro los ojos y me dejo llevar de esta nueva sensación.

Lo escucho balbucear, pero no quiero perder el tiempo intentando entender lo que dice, hasta que los balbuceos comienzan a ser más claros y abro los ojos notando que lo que ha estado diciendo no son simples palabras, sino un nombre.

"Ana".

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