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Mundo ficciónIniciar sesiónMiro la pierna de Claudia moverse de manera compulsiva e intento prestar atención a mi lectura, pero se me es imposible con ese molesto temblor. - Cierro los ojos y suspiro, tratando de recordar que ella está aquí para hacerme compañía y que debo de tener paciencia - Han pasado cinco días desde la desastrosa cena y gracias al cielo mis padres no han vuelto a mencionar nada acerca del compromiso. Claudia había venido la mañana siguiente para que le contara todos los detalles de mi magnífica noche con los Hamilton y he de mencionar que con cada detalle relatado su mandíbula caía más y más abierta.
No me guarde nada. Le conté el recto y frio carácter que posee el señor George, la aparición de Adam en la cena, sus comentarios, lo de la rubia, la forma en la que él me acuso de formar parte del cruel montaje hecho por su padre... todo. Tras concluir mi relato ella cayó en cuenta de que con la inminente tristeza que me embargaba no podía dejarme sola – Claro está, que intente hacerla cambiar de opinión, pero ella es una persona difícil de convencer, cuando se le mete una cosa en la cabeza no hay santo que se lo saque – así que aquí la tengo acostada de panza sobre mi cama contándome todos los chismes de los que nunca me entero por andar con la nariz metida en los libros, recordándome aquellas veces que me quede dormida en nuestras pijamadas, mientras ella no paraba de hablar de como Clarkson Daves le fue infiel a la agradable Natasha Morgan con la frívola Alicia... algo... ni siquiera recuerdo su apellido; Lo cierto es que la mayoría de las cosas que me dice no me importan y es un milagro que aun no se haya dado cuenta de mi desinteres, hasta un recién nacido notaria que me da igual. -Adivina a quien encontré montándola con una chica en su cuarto hace dos noches. -¿A quién Claudia? Digo con cansancio al mismo tiempo que canalizo mi atención para ignorar que era la quita vez que interrumpía mi lectura por contarme un chisme. Ya debería de estar acostumbrada a esto, pero no, jamás voy a acostumbrarme a lo inoportuna que puede llegar a ser mi amiga a veces. -¡No uses ese tono conmigo! Esta información te va a gustar. Pongo los ojos en blanco y cierro el libro que tengo en manos a modo de rendición. Definitivamente no terminare de leer este capítulo con ella aquí. -A ver... cuenta. Claudia pone la cara de chica importante que tanto le gusta hacer y hace una dramática pausa para crear suspenso en el aire. -A Colton. Mi boca cae abierta. Ahora si tiene toda mi atención. -¡¿De nuevo?! Vale... las advertencias de tu madre no le sirven de nada. ¿Qué pasó con el "si traes a alguien más te arranco las pelotas"? Colton es el hermano gemelo de Claudia, es como si fuera mi hermano también. De niños solíamos jugar juntos y luego cuando empezamos a crecer Claudia y yo lo dejamos un poco de lado. Tuvimos una época gris en la que no nos soportábamos y él me hacía sucias bromas además de halarme el pelo. Luego creció, y sus golpes se volvieron caricias; ahora es mi segundo mejor amigo. Estoy segura de que si tengo que matar a alguien y necesito cómplices solo tengo que llamar a los hermanos Lewis. -Es obvio que no les importan. Hare una enorme fiesta cuando Amanda vuelva a encontrarlo en esas. -¿Te acuerdas aquella vez que... No terminó de hablar, pues Claudia y yo estallamos en una estridente risa al recordar el día en que su madre entro al cuarto de Colton y lo encontró en una situación un tanto embarazosa; Duro casi un año hablando de lo frustrante que fue ver el enorme trasero de la morena con la que se encontraba su hijo y de lo irrespetuoso que fue al llevarla a casa. -No podía con la cara de mi hermano cada vez que mamá se lo recordaba. -¿Y qué cara querías que pusiera? Si todas las amigas de tu madre prohibieron a sus hijas salir con él porque ella no paraba de hacer la historia. Todos sabían de los rumores que decían lo promiscuo que podía ser mi mejor amigo; una vez que Colton maduro sus facciones se volvió un joven atractivo. Su pelo castaño peinado con peculiaridad, sus hermosos brillantes ojos azules y el cuerpo atlético fruto de todos los deportes que practica lo volvió el perfecto modelo masculino para la popularidad de cualquier escuela ¿Y qué les sobran a los chicos populares? Chicas con piernas de gelatina, muy fáciles de abrir y cerrar. -Bueno, la señora Amanda que se acostumbre. Colton es un mujeriego de primera y no creo que se le vaya a quitar en un buen rato. -Si lo pones así... pero, es que pensé que se había cansado un poquito. Ya hace meses que no se acostaba con todo lo que tuviera falda. Es sospechoso que haya iniciado nuevamente y con tanto ímpetu, Gertrudis me dijo que es la tercera que lleva a casa esta semana. -A mi me parece normal. Es por eso que tu serás la que estudie periodismo – Claudia sonríe con suficiencia – Deberíamos de informar a Colton de las enfermedades de transmisión sexual. -¡Oh sí! Seguro piensa en ellas durante tres segundos y luego se le pasa. -Recuerdas aquella vez que le colgamos fotografías de enfermedades por todo su cuarto. Ambas empezamos a reír fuerte y duro mientras tomamos nuestros estómagos, hasta que unos suaves toques suenan en la puerta de mi cuarto. Me las arreglo para decirle a la persona que espera que pase y veo como mi madre entra al cuarto y abre mi enorme closet. Claudia y yo paramos de reír y observamos con el ceño fruncido. Detesto cuando invade mi espacio personal de esta manera. -Claudia, querida, ¿quieres que llame a Filipp para que te lleve a casa? Claudia y yo nos miramos detenidamente. Vaya... mi madre ha mejorado su táctica para deshacerse de las personas. -No, gracias señora Clark, mi auto esta abajo. Claudia se levanta, recoge sus cosas, se dirige a la puerta y antes de desaparecer detrás de ella vocaliza un "Suerte", a lo que yo pongo los ojos en blanco y me levanto de la cama para entrar al closet del que mi madre se adueñó sin permiso alguno. -¿Qué pasa mamá? -Vas a salir con Adam. Dice cortante mientras tiende sobre el mueble que se encuentra dentro de mi vestidor unos jeans ajustados, una blusa azul marino y unas botas de moda que ni siquiera sabía que poseía. ¿Cómo es posible que me hable de esta manera y espere a que seda sin rechistar? -No quiero ir. Me expreso igual de cortante y ella voltea a verme con el mismo rostro impasible con el que me miraba cuando no sacaba sobresalientes en la escuela. -¿por qué no? Pregunta como si no fuera gran cosa. Pienso dos veces si ser honesta y decirle lo que pienso, pero antes de hacer un juicio verdadero mi boca está emitiendo palabras. -¡Porque Adam me odia! ¿Entiendes eso o tengo que hacerte un mapa conceptual? Mi madre no dice nada durante unos largos segundos y cuando pienso que está a punto de reprenderme, no hace más que voltearse y comenzar a elegir accesorio que combine con el atuendo que escogió. Tengo que aplaudirle esto, ella sabe cómo vestirme sin hacerme ver como una niña, vulgar o vieja. -No exageres hija, Adam no te odia. Solo necesita acostumbrarse a la situación. -Ese es el punto madre. Deberíamos de estar enamorados, no tratando de acostumbrarnos a la situación. Por el amor de Dios... vamos a casarnos – Hago una pausa para acercarme a ella. Como quisiera que por una vez en la vida mi opinión sea tomada en cuenta – ¿Por qué no pueden ver lo mal que esta todo esto? Pregunto al borde de la desesperación. -Vendrá a las siete, prepárate a tiempo. No quiero que lo hagas esperar. Dicho esto sale de mi closet y se va por la misma puerta que se había ido mi mejor amiga hace unos minutos sin importarle mis palabras en lo mas mínimo. Me acerco al atuendo que ella dejo sobre el mueble y sopeso la idea de no ponérmelo y hacerle frente a mi madre, pero en vez de eso lo tomo en mis manos y me dispongo a darme un baño. "Una salida no hará daño a nadie" Me digo a mi misma para aliviar el ardor en el pecho que me produce el saber que estoy siendo obligada a hacer algo que no quiero de nuevo.








